Anhelo patrio, en lunfardo.

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IMG_20160506_105419La típica expresión, canyengue y callejera del lunfardo, nos aproxima hoy, un vivo y sentido anhelo, formulado por la patria, el alma popular, el espíritu ciudadano, la comunidad, la gente, y el porvenir. Un anhelo, nacido de lo más profundo del corazón cívico y republicano, en favor de la paz, el amor fraterno, la concordia, el trabajo, la honradez, el progreso, los principios éticos y, los valores morales y humanos. Un anhelo, por una sociedad distinta, donde no sean siempre perdedoras, las personas buenas, decentes y laboriosas, que trabajan, honestamente, luchan y se esfuerzan, todos los días, y cada una de las jornadas del año, y por otra parte, resulten triunfantes y ganadores, aquellos individuos, que nada construyen, hacen ni aportan; carecen de trayectoria, realizaciones, obras y genuinos méritos; transitan al margen de las disposiciones legales, las normas y las leyes; se enriquecen de un modo manifiesto; delinquen abiertamente, y logran evitar las acciones judiciales, los procesos y las respectivas condenas. Un anhelo, por una sociedad, donde no recaiga, de una forma brutal y pesarosa, sobre los buenos y honrados, que bregan,  trabajan, soportan, resisten  y sufren, el terrible peso de los ajustes y recortes económicos, las crisis financieras, los altos índices de inflación, las cargas impositivas, fiscales y tributarias y los incrementos de precios, tarifas y servicios; mientras que, los malos, deshonestos y culpables, no asumen responsabilidad alguna y, gozan de exenciones, dispensas, privilegios y beneficios.  Un anhelo, por una estructura social, en la que desaparezca el constante y repetido fenómeno, de la grave e inexorable nivelación hacia abajo; nivelación, en los órdenes, económico, educativo, intelectual y cultural, que de una manera drástica e implacable, neutraliza y anula, cualquier posibilidad de avance, crecimiento y desarrollo. Un anhelo, por la pronta recuperación de la bendita cultura del trabajo, la cultura de la saludable e ilustrativa lectura y el estudio, la cultura del esfuerzo, la seriedad, la responsabilidad y la perseverancia, la cultura de la palabra dada, la conducta, los principios y los auténticos valores… Debemos predicar y sembrar, con el aleccionador y edificante ejemplo de nuestra propia vida. Un ejemplo, representa mucho, pero mucho más, que miles de meras y vanas afirmaciones verbales, Los hombres, al igual que los árboles, se conocen y aprecian por sus frutos. Una sociedad con impunidad, sin justicia, sin cultura del trabajo, sin un sistema de premios y castigos, sin educación – nivelando, solamente, hacia abajo -, sin proyectos ni ideales,  y sin principios ni valores, carece de futuro, y no tiene, tampoco, ningún destino…

 

Anhelo Lunfardo (Dedicado a la Patria y el país), por Carlos Armando Costanzo, fundador y director del Archivo Literario Municipal, y del Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia Porteña de Lunfardo.

Quiero un ispa, chabón, sin más afano, curro, fatos, tramoya y fulería, con el grupo del chanta, cada día, el bajón y el balurdo cotidiano. Quiero un ispa, chabón, piola y ufano, de verdad, de justicia y alegría, donde ni un cusifai, esté en la vía, y no falte el jotraba, lindo y sano. Quiero un ispa, sin chorro ni atorrante, donde vayan, sabés, siempre adelante, la honradez, la pulenta y el laburo… Y el que yuga, cinchando con firmeza, tenga el morfi y dos mangos, en la mesa, y de un modo feliz, sueñe el futuro. Qué este anhelo, me cope la sesera, y al final, por el posta y buen camino, sienta entonces – junando la bandera -, el orgullo de ser, un argentino.