Creación de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen (1937).

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Antigua Capilla, en honor de la Virgen Nuestra Señora del Carmen, inaugurada el 19 de julio de 1896, y declarada Parroquia Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio de 1937.

Antigua Capilla, en honor de la Virgen Nuestra Señora del Carmen, inaugurada el 19 de julio de 1896, y declarada Parroquia Nuestra Señora del Carmen, el 16 de julio de 1937.

El 16 de julio de 1937, a través de un decreto, del entonces Obispo de Mercedes, monseñor Dr. Juan P. Chimento, la capilla Nuestra Señora del Carmen, a cargo del presbítero Agustín García, hubo de alcanzar el significativo rango de Parroquia, determinándose así, su respectiva jurisdicción eclesiástica: Las calles Saavedra y Arenales, por el sector este; al Sud, la avenida Avellaneda; al norte, la avenida Tres de Febrero, y en la zona oeste, los correspondientes Cuarteles I, II y III, de nuestro distrito geográfico de Chivilcoy. La antigua y muy entrañable capilla del Carmen, construida sobre un terreno, oportunamente donado, por Don Pascual Grisolía – firme y caracterizado baluarte del barrio, y gran propulsor de la celebración patronal del Carmelo -, se había inaugurado el 19 de julio de 1896; finalizándose, en forma total y definitiva, los trabajos de edificación, dos años más tarde, en 1898, con jubilosos festejos, los días 7 y 8 de septiembre. El 16 de julio de 1900, se ofició, en esa humilde iglesia, la primera misa, autorizada por el Obispo de La Plata, monseñor  Dr. Mariano Antonio Espinosa, y el 10 de septiembre de 1903, la comisión vecinal, que presidía Don Pascual Grisolía, hubo de entregar la capilla, a los sacerdotes españoles, de la Orden de San Agustín, quienes llevaron a cabo, una fecunda y admirable labor pastoral, evangelizadora y docente, dentro del campo de la enseñanza, desde las aulas del recordado colegio primario “Nuestra Señora del Buen Consejo”. El 16 de octubre de 1945, ante el estupor y la profunda consternación de toda la comunidad, la modesta capilla del Carmen, convertida en Parroquia, en 1937, se desmoronó por completo, al haber cedido el techo del inmueble, que sumaba unos 49 años. Dicha iglesia, se había clausurado, frente a la amenaza de un inminente derrumbe, en el mes de enero de 1945, y los oficios religiosos, se efectuaban en un galpón, sito en la esquina de las calles Viedma e Hipólito Yrigoyen, propiedad de la familia Grisolía, que, generosamente, hubo de facilitarlo, para tal fin. El 16 de julio de 1946, se procedió a colocar la “piedra fundamental” de la nueva iglesia, y las obras de edificación, se iniciaron el 8 de septiembre, de ese mismo año; organizándose, con el propósito de recaudar fondos económicos, una comisión Pro – Templo, que presidió el distinguido abogado y hombre público local, Dr. Francisco José Falabella. El 22 de octubre de 1949, en el marco de la conmemoración del 95 aniversario, de la fundación de Chivilcoy, con la presencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, coronel Domingo A. Mercante, se inauguró y bendijo la actual iglesia, consagrada a la Virgen Nuestra Señora del Carmen, dulce madre y, noble y bondadosa patrona espiritual, de todos los chivilcoyanos.

A la vieja capilla del Carmen, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y del Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo.

Vieja capilla del Carmen, hoy te quiero recordar, por tu historia religiosa, tan fecunda y ejemplar. Recordarte con tu imagen de sencillez y humildad, tu claro y tierno recinto, tu fe, tu gracia y bondad. Recordarte con tu ambiente de silencio y oración, tu evangélica pureza, tu profunda devoción. Recordarte con tu encanto, tu sentimiento de amor, tu azul simpleza de barrio, y tu cálido fervor. Recordarte con tus misas, que supieron predicar; la figura de la Virgen, muchas flores y el altar. Recordarte con tus rezos,  – cristiana y muy dulce voz -, los piadosos sacerdotes, Biblia y palabra de Dios. Y decirte, fiel capilla, a través de mi emoción, que vivirás en el tiempo, junto a nuestro corazón.