El bautismo de las cuatro avenidas principales de Chivilcoy, en 1895.

El bautismo de las cuatro avenidas principales de Chivilcoy, en 1895.

agosto 29, 2018 0 Por archivol
Compartir

El capítulo evocativo de hoy, lo dedicaremos a recordar, la sesión del Honorable Concejo Deliberante, de nuestra ciudad, del 29 de noviembre de 1895, durante cuyo transcurso, se procedió a imponer, los nombres de Manuel Villarino, Federico Soarez, Domingo Faustino Sarmiento y Carlos Ceballos, a las cuatro avenidas axiales y principales, de la estructura y el radio urbanos, de Chivilcoy; como un elocuente y nítido testimonio, de verdadero y bien merecido homenaje, a estas preclaras y relevantes figuras, de la historia lugareña. El proyecto de ordenanza, correspondió al entonces vicepresidente primero, del cuerpo legislativo, Don Manuel E. del Castillo, y al edil, Don Benjamín Jáuregui. En aquel momento, ejercía las funciones de intendente municipal, Don Julio García, y era presidente, del Honorable Concejo Deliberante, Don Prudencio Segundo Moras. Los respectivos considerandos, de la citada ordenanza, manifestaban que: “Es un deber de los pueblos cultos, mostrarse agradecidos con los hombres, que en la esfera de sus atribuciones, contribuyeron a su engrandecimiento, bajo las diversas formas de progreso, que supieron imprimirle. Que ese agradecimiento, después de desaparecidos esos hombres, de la escena de la vida, debe demostrarse en hechos, que lo hagan evidente, de manera que sirva de estímulo a otros, que lleguen a estar en condiciones de imitar o sobrepasar, si es posible, las acciones de aquellos. Que teniendo el pueblo de Chivilcoy, una deuda de gratitud, para algunos de los que han propendido con incansable tesón, a su mejoramiento gradual, y que comenzando por fundar un centro de civilización, fueron hasta dotarle de sabias leyes, que dieran impulso a su riqueza, y de adelantos, traducidos en obras, de reconocida utilidad pública. Que estas comprendidos, en ese caso, y deben ser tenidos como benefactores de Chivilcoy, el ilustre estadista Don Domingo Faustino Sarmiento, bajo cuyos auspicios, se promulgó la “Ley de Tierras”, que dio a Chivilcoy, vida próspera y propia, y los señores, Manuel Villarino, Federico Soarez y Carlos Ceballos, aquellos, como fundadores del pueblo, y éste, como apóstol de su bienestar y progreso. Que debe discernirse justicia, a los méritos contraídos, por cada uno de esos buenos servidores del pueblo, tendiendo a perpetuar sus nombres, como muestra de reconocimiento”. Puntualicemos que, el caracterizado y prestigioso dirigente político y hombre público local, Don Carlos Ceballos, ex presidente de la Corporación Municipal y del Honorable Concejo Deliberante; intendente comunal de Chivilcoy, entre los años 1888 y 1891, y senador provincial, había nacido en la localidad de Yapeyú (Provincia de Corrientes), el 11 de octubre de 1842, y falleció en nuestra ciudad, a la edad de 53 años, el 26 de octubre de 1895. El artículo segundo, de la mencionada ordenanza, subrayaba que: “El Departamento Ejecutivo, proyectará las obras de embellecimiento de las avenidas, elevando oportunamente al Concejo, una reseña de ellas, y el presupuesto de su costo”. El artículo tercero, indicaba que: “Queda facultado para adquirir las placas de nomenclatura, en hierro esmaltado, que fueren indispensables”; y el artículo cuarto, expresaba que: “Queda encargado el Presidente del Concejo, de la adquisición de un retrato al óleo, del señor Carlos Ceballos, para colocarlo en el salón de sesiones, con los de los señores, Villarino y Soarez”.

Soneto localista, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director-organizador, del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano.

Con un claro criterio localista, y una gran vocación, profunda y sana, recobremos le esencia ciudadana, de una forma entusiasta y optimista. Con un firme objetivo progresista, vislumbremos un límpido mañana; descubriendo la voz chivilcoyana, que es palabra, sentir y alma de artista… Retornemos al tiempo del olvido, revivamos, quizá, lo ya vivido, valoremos, de pronto, nuestras cosas… Y pensando, en el pueblo y la gente, disfrutemos, feliz y plenamente, la ciudad y sus horas más hermosas.