El gran sacerdote, José Mario Pantaleo y los fieles chivilcoyanos.
El inolvidable sacerdote, presbítero José Mario Pantaleo (1915-1992), quien se destacó por sus singulares y milagrosos poderes curativos, a través de su mano sanadora. Numerosos chivilcoyanos, supieron visitarlo, en la localidad bonaerense de González Catán, donde desarrolló su magnífica y admirable obra, digna del mayor reconocimiento y homenaje.
La página evocativa de hoy, la dedicaremos a la recordación, de la notable y singular figura, del gran sacerdote italiano, radicado en la Argentina, presbítero José Mario Pantaleo, quien a lo largo de su intensa y fecunda existencia, supo caracterizarse por su extraordinaria capacidad curativa, sus poderes sanadores, su clarividencia para los diagnósticos clínicos y, su férrea y admirable pujanza y acción realizadora, en beneficio de la comunidad. El padre José Mario Pantaleo, hubo de convocar y congregar a gigantescas y verdaderas multitudes, que concurrían a él, con un sincero propósito, de asistencia, atención y ayuda, morales y espirituales ; debiendo mencionarse la presencia, de numerosos chivilcoyanos, que en distintas oportunidades, acudían, con profunda fe y devoción, al querido Padre Mario. Nacido en la ciudad italiana de Pistoia (Región de Toscana), el 1 de agosto de 1915, en el hogar de Don Raffaele Enrico Pantaleo e Ida Melani, cursó sus respectivos estudios sacerdotales, en los seminarios de Arezzo, Viterbo y Salerno, y recibió su sentida y solemne ordenación, en la diócesis de Matera; oficiando su primera misa el 8 de diciembre de 1944, en Pomarico. Tiempo más tarde, el 29 de julio de 1948, el padre José Mario Pantaleo, hubo de arribar a nuestro país, donde ya, había residido con su familia, en la provincia de Córdoba, entre los años, 1924 y 1931. En primer término, desarrolló su ministerio sacerdotal, en las ciudades de Rosario, Casilda, Acebal y Rufino, en la provincia de Santa Fe, y hacia 1958, se trasladó a Buenos Aires, desempeñándose, en las capellanías, de los Hospitales Ferroviaria y Santojani, y en la Parroquia del Pilar. En la década de 1960, hubo de visitar, la localidad de González Catán, y allí, con sus modestos ahorros personales, adquirió un terreno, para levantar, en ese sitio, una futura capilla. En 1972, se colocó la piedra fundamental del templo, y tras varios años, de una sostenida y fructífera tarea, contando con el generoso apoyo, de la gente del barrio de la zona, se llegó, a la tan soñada y feliz inauguración; oficiándose, la primera misa, el 8 de diciembre de 1975. A la citada capilla, el Padre Mario, le asignó el nombre de “Cristo Caminante”, y con posterioridad, el emprendedor y laborioso sacerdote, logró, a través de una obra monumental y sublime, la construcción, de una escuela primaria, y un colegio secundario; una escuela laboral, para discapacitados; un centro de atención, destinado a personas mayores; una policlínica, y un polideportivo. En 1978, promovió la creación de la “Fundación Presbítero José Mario Pantaleo”, y años más tarde, en 1985, la “Fundación Nuestra Señora del Hogar”. El Padre José Mario Pantaleo, falleció, a los 77 años de edad, en el sanatorio porteño “La Trinidad”, el 19 de agosto de 1992. Sus restos descansan, en el interior de un mausoleo, erigido en González Catán (Partido bonaerense de la Matanza); escenario de todo su colosal trabajo, sus múltiples esfuerzos, sus luchas y sus desvelos, en nombre de la evangélica doctrina cristiana, y en beneficio del pueblo y toda la comunidad.
Al Padre José Mario Pantaleo (1915-1992)
De una forma especial, recuerdo ahora,
la presencia sin par de su figura;
su prédica de amor, luz y ternura,
la virtud de su mano sanadora…
Recuerdo su pujanza emprendedora,
su lucha misionera, firme y dura;
su entrega cotidiana, en forma pura,
su consuelo y su acción, tan bienhechora…
Recuerdo su honda fe, su fortaleza:
Labor infatigable, gran nobleza,
corazón encendido y palpitante…
Y nombrando sus obras, hoy, lo veo,
al Padre José Mario Pantaleo,
en la iglesia de “Cristo Caminante”.
Procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director-organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia porteña del Lunfardo.
