Fallecimiento del dirigente político, caudillo y hombre público lugareño, Don Vicente Domingo Loveira.

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El dirigente político lugareño, Don Vicente Domingo Loveira, (1853-1933), ex intendente municipal, senador provincial y diputado nacional.

El dirigente político lugareño, Don Vicente Domingo Loveira, (1853-1933), ex intendente municipal, senador provincial y diputado nacional.

El 31 de julio de 1933, falleció en nuestra ciudad, a los 79 años de edad, el singular y caracterizado dirigente político, ex intendente municipal, diputado nacional, senador provincial, y popularizado caudillo lugareño, Don Vicente Domingo Loveira; un hombre, de intensa y sostenida trayectoria durante varias décadas, con una profunda y especial gravitación, en la vida pública chivilcoyana, y una apreciable trascendencia, en las esferas gubernativas nacionales. Había visto la luz, en la vecina ciudad de Luján, el 19 de noviembre de 1853, y en los años, de su dinámica y laboriosa juventud, hubo de radicarse, aquí, en Chivicoy. Se inició entonces, en el largo camino de la política, junto al notable dirigente y caudillo, Don Carlos Ceballos (1842-1895), ex intendente municipal, entre 1888 y 1891, y asimismo, senador en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires. Don Vicente Domingo Loveira, bajo la gestión del citado Ceballos, fue presidente del Honorable Concejo Deliberante local, y entre 1899 y 1900, ejerció el cargo de intendente municipal, de nuestra ciudad. Luego, resultó electo diputado nacional; entre 1907 y 1908, fue nuevamente, titular del Departamento Ejecutivo, de la comuna, y después, asumió en calidad de senador provincial. Su administración, se destacó, por un alto y efectivo sentido progresista: Se construyó el Palacio Municipal, inaugurado en 1900; se levantó el edificio del Consejo Escolar de Chivilcoy; se erigieron, unos 32 inmuebles, de establecimientos escolares, en la zona urbana y el sector rural; se adoquinaron, distintas calles del radio céntrico o urbano; se inauguraron obras de servicios públicos y diferentes monumentos; se plantaron, numerosos ejemplares arbóreos; se construyeron, nuevos pabellones, en el cementerio municipal; se restauraron y embellecieron las plazas y paseos públicos, etc. A raíz, de la trágica e incalificable desaparición física, del inspirado y exquisito poeta chivilcoyano, Carlos Ortíz, fallecido, el 3 de marzo de 1910, a los 40 años de edad, como consecuencia de las heridas que sufriera, en un infame atentado, que se registró en las instalaciones del Club Social, cuando se desarrollaba un banquete de despedida, al entonces director-fundador de la Escuela Normal, profesor Alejandro Mathus (1870-1921);  la figura de Loveira, hubo de obscurecerse y extinguirse, recayendo sobre él, la responsabilidad moral de tan grave acontecimiento. Don Vicente Domingo Loveira, había contraído matrimonio, en 1878, con Doña Segunda Calderón (Fallecida en el mes de septiembre de 1932), y residió durante muchos años, en la casona de la calle 9 de julio 177. Dicho inmueble, fue adquirido por la comuna, 1980, bajo la gestión del Ingeniero José María Ferro, y se transformó después, en el Complejo Histórico Municipal, inaugurado el 5 de noviembre de 1983, gracias a la intensa y significativa labor, la iniciativa, el impulso y la voluntad realizadora, del director del Museo Histórico Municipal, Francisco Alberto Castagnino (1924-2007). El 5 de junio de 2015, se le impuso al Complejo Histórico Municipal, el nombre de la Madre de Plaza de Mayo, chivilcoyana, Adelina Dematti de Alaye. En la década de 1930, se bautizó a la calle Nº 42, de nuestra ciudad, que antes se llamaba «América», con el nombre de Vicente Domingo Loveira, y el 22 de octubre de 1941, durante los actos conmemorativos del 87 aniversario, de la fundación de Chivilcoy, se descubrió, en la Plaza 9 de julio, un busto de Loveira; obra escultórica, del artista plástico argentino, Juan Zuretti (1880-1959). Un homenaje, para una particular personalidad, con sus luces y sombras, y sus adeptos y adversarios, que más allá de las confrontaciones ideológicas, y antagonismos circunstanciales, por su trayectoria, su acción ejecutiva y, su obra real y concreta, logró conquistar sin dudas un importante espacio, de vivo recuerdo y justo reconocimiento, en los anales y el corazón de nuestra historia chivilcoyana.