El fallecimiento del ilustre fundador y pionero Don Manuel Villarino (1868).

El fallecimiento del ilustre fundador y pionero Don Manuel Villarino (1868).

enero 26, 2018 0 Por archivol
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Don Manuel Villarino, a través de un retrato a pluma, del diestro dibujante, Jean Paul Laverdet, publicado en la página 60, del capítulo II «Los Forjadores», del libro «El Pueblo de Sarmiento», del ingeniero Mauricio Birabent, editado en octubre de 1938.

El 25 de enero de 1868, joven aún, a los 52 años de edad, dejó de existir en Buenos Aires, el ilustre y glorioso fundador y pionero, de nuestra ciudad, Don Manuel Antonio del Carmen Villarino –tales, sus nombres completos-, víctima inocente, de la cruel e implacable epidemia de cólera morbo, que hubo de asolar, de un modo impiadoso, a Chivilcoy, en los últimos meses de 1867, y los primeros, del año 1868. Villarino, falleció en un inmueble, de la calle Piedad Nº 636, y su deceso, quedó certificado, por el sacerdote titular y rector, de la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, mediante la partida de defunción Nº 163, que consta y se acredita, en el respectivo libro de fallecimientos. Con posterioridad, se procedió a su correspondiente inhumación, en una sepultura, en tierra; pero infortunadamente, sus restos, tiempo más tarde, no pudieron ser identificados, y se perdieron… Don Manuel Villarino, había nacido en Buenos Aires, el 17 de junio de 1815, y arribó, a nuestra región geográfica chivilcoyana, a principios de la década de 1850. Hombre de espíritu noble y sensible, gran capacidad intelectual, apreciable cultura, y múltiples conocimientos e iniciativas, Villarino, se caracterizó, por su bondad y honradez, su rectitud de conducta y, sus distintas cualidades y virtudes, personales y humanas. Fue quien redactó, el acta fundacional de Chivilcoy, aquel histórico y memorable, domingo 22 de octubre de 1854, y además, hubo de confeccionar el simétrico y armonioso trazado, de nuestra ciudad, que se aprobó, por el superior gobierno de la provincia de Buenos Aires, el 20 de julio de 1855. El ingeniero Mauricio Birabent, en el capítulo X, del magnífico e inolvidable libro “El Pueblo de Sarmiento”, editado, por vez primera, en el mes de octubre de 1938, refiriéndose a la muerte de Villarino, señalaba: “El vecindario, preocupado con su propia suerte, al conocer la triste nueva, acusa y exterioriza, un hondo dolor. Es una significativa pérdida para esta sociedad, nacida al calor de su energía y su espíritu. Con él, se marcha un poco más, de ese pasado heroico, que el pueblo, ya con pretensiones de ciudad, recuerda todavía con orgullo. La Corporación Municipal, rinde los honores debidos a su rango de funcionario y fundador del pueblo, disponiendo, se le envíe, una expresiva carta de condolencia a los deudos y ordenando la confección, de un gran cuadro al óleo, con el busto del extinto. Por muchos años, Chivilcoy sentirá la desaparición prematura de ese esclarecido hijo, porque su presencia serena, bondadosa y culta, en la sociedad chivilcoyana, en formación, hubiera contribuido a evitar algunos desaciertos, a suavizar ciertas asperezas, a encontrar las soluciones convenientes, oportunas y levantadas, de los momentos difíciles, dignas de su culto espíritu y genero corazón”. En el mes de noviembre de 1895, mediante una ordenanza del Honorable Concejo Deliberante local, se le impuso el nombre de Manuel Villarino, a una de las cuatro principales avenidas, de nuestra ciudad. Asimismo, tenía la denominación de Villarino, la recordada escuela primaria Nº 4, fundada el 1 de julio de 1868, sobre la base del establecimiento educativo particular, de Doña Eustaquia Sánchez de Aramburu; la cual, desapareció, a comienzos del año 2007.

Soneto a Don Manuel Villarino, por Carlos Armando Costanzo fundador y director-organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano.

Llegó un día, a las tierras del Salado, con afán de horizonte y aventura. Se hizo amigo del agua y la llanura, el trigal, las cañadas y el sembrado. Hombre culto, valiente y abnegado, voluntad, decisión, fibra y dulzura; amó tanto, el placer de la lectura, como el surco, la pala y el arado… Fundador de mi pueblo, gran pionero. Visionario tenaz, mojón primero, que del noble progreso, abrió el camino…El paisaje conserva su memoria, mientras se alza, a la luz de nuestra historia, el ejemplo cabal de Villarino.