La figura del predicador, Don Pascual Aulisio, «Pascualito» (1889 – 1960).

La figura del predicador, Don Pascual Aulisio, «Pascualito» (1889 – 1960).

enero 30, 2019 0 Por archivol
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La patriarcal y querida figura, del gran predicador, Don Pascual Aulisio, «Pascualito». Nacido en Salerno (Italia), el 6 de julio de 1889, falleció, en nuestra ciudad, a la edad de 70 años, el 27 de enero de 1960. Fue sin dudas, un verdadero símbolo religioso, de la historia popular chivilcoyano. 

La página evocativa de la fecha, la destinaremos, de un modo cálido y sincero, a la sentida recordación de la figura patriarcal, del querido e inolvidable predicador cristiano, Don Pascual Aulisio, «Pascualito»; un hombre que, a lo largo de muchos años y varias décadas, de una fiel y perseverante labor, religiosa y humanitaria, fue sembrando el amor hacia el prójimo, la piedad, la entrega solidaria y caritativa y, los profundos y hermosos principios y valores, morales y evangélicos. Don Pascual Aulisio, quien estableció, aquí, en Chivilcoy, la «Misión de la Madre María», abriendo las puertas de su antigua y entrañable  casa, sita en la calle Dorrego Nro. 291, la cual, se transformó en un genuino y fervoroso santuario; hubo de caracterizarse, por su espíritu noble y bondadoso, su gracia interior, su auténtica vocación de servicio, frente a los semejantes, su apacible imagen, de paz, humildad, afecto y dulzura, su honda y manifiesta sabiduría y, su reconfortante palabra de fe, bien, verdad, consejo, luz, ayuda, esperanzado mensaje y, especial consuelo.

De origen italiano, Don Pascual Auliso, había nacido en Salerno, el 6 de julio de 1889, en el hogar de Don Ángel Aulisio y Doña Rosario Sinaldone, y en plena adolescencia, a la edad de 18 años, abandonó la casa de sus progenitores, y se embarcó para nuestro país, arribando a la Argentina, el 30 de octubre de 1907. A principios del mes de noviembre, hubo de afincarse en el domicilio de un tío paterno, Don Alfonso Aulisio, aquí, en Chivilcoy (El propio Don Alfonso, le había abonado el correspondiente pasaje, desde Italia), y breve tiempo después, comenzó a desempeñarse – cumpliendo tareas, de índole rural -, en un campo, propiedad de Don José Giuliano, ubicado, sobre el camino de la localidad rural de Ayarza,a unas pocas leguas, de nuestra ciudad. Como consecuencia, de un crónico y persistente malestar, que venía padeciendo,de los años de su infancia: intensos dolores de cabeza y pérdidas súbitas, de la visón, decidió internarse, para recibir la debida asistencia, en el Hospital San Roque, de Buenos Aires.

Fue así que, a raíz de aquella afección, por inquietud de algún allegado, decidió concurrir a la vieja casona, de la famosa predicadora cristiana, María Salomé Loredo y Otaola, la «Madre María», nacida en España, el 22 de octubre de 1854, y fallecida en Villa Turdera (Temperley), el 2 de octubre de 1928. La primera visita, la efectuó el 16 de agosto de 1909, y después de entrevistarse, en varias ocasiones, con la «Madre María», de una forma milagrosa, logró restablecerse, por completo. Una década más tarde, el 16 de agosto de 1919, la propia «Madre María», lo designó uno de sus «Apóstoles», y con posterioridad, el 19 de mayo de 1920, Don Pascual Aulisio, inició su tan comprometida y significativa «Misión», en nuestra ciudad; difundiendo el culto, la doctrina y las bellas enseñanzas, de la gran predicadora, célebre por sus conferencias y sus singulares y admirables curaciones. De ese modo, Don Pascual, comenzó su infatigable tarea, en la finca de la calle Dorrego Nro. 291, a la que, diariamente acudía, una numerosísima e importante cantidad de personas, con las más diversas problemáticas y dolencias; ganándose, muy pronto, la consideración, el respeto y el particular cariño, de todo el vecindario y, de nuestra comunidad chivilcoyana.

Don Pascual Aulisio, había contraido matrimonio, con Doña Clara Martorel, y de esa unión, vieron la luz, dos hijos: Leonardo Pascual, desaparecido, prematuramente, en los años de su juventud, y Ángel José, «Angelito», quien  hubo de continuar su «Misión»,y falleció, de una manera trágica, a los 54 años de edad, en el mes de noviembre de 1975. Don Pascual Aulisio, dejó de existir, a la edad de 70 años, el 27 de enero de 1960, y una apreciable muchedumbre acongojada, despidió sus restos, que descansan, en una bóveda familiar, en el Cementerio Municipal. Un año más tarde, el 27 de enero de1961, se le tributó a Don Pascual Aulisio, un gigantesco y emocionado homenaje; descubriéndose e inaugurándose, delante de la bóevada, una magnífica e imponente estatua, en su memoria. Dicha realización artística, pertenece al notable y prestigioso escultor y docente local, profesor Antonio Bardi. Sin dudas, Don Pascual Aulisio, fue un aleccionador y extraordinario ejemplo de inmensa fe, ternura, humildad, altas virtudes humanas, sublime amor al prójimo y, actitud solidaria y caritativa, de permanente ayuda y asistencia espiritual.

Soneto a Don Pascual Aulisio, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano.

A Pascualito evoco, emocionado, y del ayer, rescato su figura. Divina fe, que el alma endulza y cura, bella Misión, virtud y apostolado. De la Madre María, le fue dado, un mandato de mística hermosura; prédica de Jesús, palabra pura, y apoyo, al ser enfermo y agobiado… Nobleza y caridad, de un hombre bueno, con espíritu grande y siempre lleno, de hondo amor, hacia cada humilde hermano… Patriarca popular, símbolo y mito, eternamente, vive Pascualito, dentro del corazón chivilcoyano.

Décimas a Pascualito (En memoria, de Don Pascual Aulisio), por el procurador Carlos Armando Costanzo.

De una manera afectuosa, hoy, recuerdo a Pascualito, patriarca, símbolo y mito, de la entrega generosa. Y tras una historia hermosa, puedo verlo, en lontananza, con su luz y su esperanza, su prédica, fe y dulzura; un corazón de ternura, y un ejemplo de enseñanza. Puedo verlo, ya lejano, en su digna Misión diaria, con la actitud solidaria, de su gesto tan cristiano. Y siento así, que su mano, de nobleza y de piedad, llena de mansa humildad, me acerca al hermoso Cielo, de la paz y del consuelo, el amor y la bondad.