Modesta y humildemente, les ofrecemos a ustedes, esta sentida reflexión lunfarda sobre la Argentina perdida: esa Argentina que, algunos vivimos y, hoy, con nostalgia, añoramos…

Modesta y humildemente, les ofrecemos a ustedes, esta sentida reflexión lunfarda sobre la Argentina perdida: esa Argentina que, algunos vivimos y, hoy, con nostalgia, añoramos…

julio 22, 2022 Desactivado Por archivol
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Los chantas de siempre, destruyeron y aniquilaron esa Argentina del ayer, para imponer el modelo de un país, que nivela e iguala, permanente hacia abajo, con ignorancia y miseria; un nuevo orden moral, laboral y cultural y, un nuevo arquetipo o paradigma de sociedad. Los chantas de siempre, engrupen o engañan a la gilada – cada día, con una cortina televisiva de humo, distinta -, porque consideran que, una mentira repetida muchísimas veces y, aceptada por la mayoría, termina convirtiéndose en verdad. Los chantas, saben muy bien que, todo depende, de un modo exclusivo y categórico, no de sus palabras y acciones, sino de la tolerancia y la aceptación de la gente. En una sociedad de “valores mutables y relativos”, sin conciencia moral, sin patrones de referencia, sin ejemplos aleccionadores y edificantes y, sin capacidad para discernir lo bueno de lo malo, las malas y reprobables acciones, si se aceptan, asimilan y convalidan, se convierten automáticamente, en acciones buenas. Mientras todo se tolere y acepte, todo habrá de continuar, siempre como está… (o acaso, bastante peor). Los chantas de siempre, resultan idénticos y se encuentran todos, todos “entongados”, -y aunque simulen ser adversarios, rivales u opositores -, después de la representación dramática y teatral, detrás del biombo y el escenario, son todos excelentes socios y amigos, porque en definitiva, se hallan unidos por el principal propósito de conservar sus privilegios, prebendas y beneficios; que no cambie nunca nada y, todo siga igual o peor que lo está. Allí residen, su gran curro y negocio, y esta es su única consigna, propia del mejor gatopardismo: QUE NO CAMBIE NUNCA NADA Y, TODO SIGA IGUAL O PEOR DE LO QUE ESTÁ… Los chantas de siempre, destruyeron y aniquilaron esa Argentina perdida que, hoy, tanto añoramos, e infortunadamente, muchos, se mantuvieron cruzados de brazos y, no movieron un dedo, con el objetivo de evitarlo: PARA QUE TRIUNFE EL MAL, SÓLO SE NECESITA QUE LOS BUENOS NO HAGAN NADA, A FIN DE IMPEDIRLO… Los chantas de siempre, cuya primordial intención, consiste en que, no cambie nunca nada y, todo siga igual o peor de lo que está, condenan a los giles, a la chatedad, la frivolidad, la pavada, la vulgaridad y, a una mansa y paciente resignación conformista; en un país, donde triunfan, precisamente, los chantas, los chorros, los buscones, los tránsfugas y los malandrines y, pierden, se perjudican, se empobrecen y, hasta se funden los laburantes y, las personas buenas, nobles, honradas, decentes y laboriosas que, trabajan, generan trabajo, luchan, se esfuerzan, sacrifican y, abonan sus impuestos y obligaciones tributarias. Jesucristo en el Evangelio, lleno de verdad y profunda sabiduría, puntualizaba: “GUARDAOS DE LOS FALSOS PROFETAS, QUE VIENEN A VOSOTROS CON VESTIDOS DE OVEJAS, PERO POR DENTRO, SON LOBOS RAPACES. POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS. LOS HOMBRES, AL IGUAL QUE LOS ÁRBOLES, SE CONOCEN POR SUS PROPIOS FRUTOS”. Si continúan vigentes los chantas, y los giles no se avivan y se despiertan, dentro de cinco, diez, quince, veinte años y, quizá, por los siglos de los siglos, en esta Argentina perdida, del siempre lo mismo y el más de lo mismo – no podemos esperar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo -, proseguiremos – con las mismas o más graves problemáticas – hablando de lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo, que ahora…     

La Argentina perdida…, y una enorme y tremenda sensación de vacío…

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, la Argentina perdida: esa Argentina de los proyectos, iniciativas e inquietudes, la imaginación, la creatividad, la potencialidad económica, la pujanza, el desarrollo industrial, la mano de obra, la ocupación y el empleo, las perspectivas y expectativas futuras, la expansión, el impulso, el tesón, el ahínco y, los mejores anhelos, ansias y afanes de porvenir y de bonanza; esa Argentina perdida, de los principios y valores, el sentido ético, la conciencia moral, la justicia, la verdad, la honestidad, la instrucción pública, la educación y la enseñanza, la euforia realizadora, las ganas, la motivación, las ilusiones, la sagrada y sublime cultura del trabajo, los bellos sueños y las más hondas y mayores esperanzas…

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, la Argentina perdida: esa Argentina de los hombres de bien, la nobleza, la rectitud, la honradez, la solidaridad, la generosidad, el espíritu fraterno, el trabajo, la lucha, el esfuerzo, el estudio, los auténticos y reales méritos, el genuino patriotismo, el amor hacia el terruño y, un destino común, de acción progresista, crecimiento y grandeza.

Hoy nos duele, entristece y apesadumbra, esa Argentina perdida: la Argentina que destruyeron los chantas de siempre, quienes son todos idénticos, aunque simulen presuntas oposiciones o rivalidades; engrupen, engañan, distraen, confunden y envuelven a la gilada, con sus meras y falsas palabras, su cartón pintado, sus inventos y espejitos de colores y, sus cotidianas y reiteradas cortinas de humo televisivas; defienden y conservan sus múltiples privilegios, prebendas y beneficios dinerarios y, persiguen, como único y principal objetivo, que no cambie nunca nada y, todo siga igual o peor que lo que está… Puro gatopardismo: Que no cambie nunca nada y, todo siga igual o peor que lo que está… Allí residen, el gran curro y negocio, de los chantas de siempre…

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, esa Argentina perdida, que destruyeron y aniquilaron los chantas de siempre, instalando e imponiendo otra cultura, otro modelo de sociedad, otro esquema, otra estructura y, otro orden moral, social, laboral y cultural, donde infortunadamente, el trabajo, el esfuerzo, el estudio, los méritos, los deseos de superación personal y, las personas probas, honestas, decentes y laboriosas, por desgracia, no tienen ya cabida… Otro orden moral, social, laboral y cultural, de la Argentina del siempre lo mismo y el más de lo mismo, donde ganan los chantas, chorros, bolaceros, farabutes, buscones, tránsfugas y malandrines, de siempre, pero pierden, se perjudican, se empobrecen y, hasta terminan fundidos y en la lona, los anónimos y heroicos laburantes y, las personas buenas, íntegras y honradas, que trabajan, generan trabajo, bregan, se esfuerzan, sacrifican y, abonan sus impuestos, sufriendo ajustes y cargas tributarias.

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, esa Argentina perdida, que destruyeron y aniquilaron los chantas de siempre, y muchos, – por interés, conveniencia, cobardía o actitud apática e indiferente, sin el menor compromiso alguno -, se quedaron callados la boca, mirando hacia otra parte o cruzados de brazos, y no movieron apenas, un simple dedo, con el propósito de evitarlo: Para que triunfe el mal, sólo se necesita que los buenos no hagan nada, a fin de impedirlo… Para que triunfe el mal, sólo se necesita que los buenos no hagan nada, a fin de impedirlo…

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, esa Argentina perdida, de los principios, códigos y valores, la moral, el trabajo, el esfuerzo, el estudio, la verdad, la justicia, la honradez, los méritos y el sano patriotismo; reemplazada por la Argentina del siempre lo mismo y el más de lo mismo, que nivela e iguala hacia abajo, con ignorancia, incultura, marginación, pauperismo, vulgaridad, chatedad, pavada, mediocridad, frivolidad, egoísmo, inoperancia, corrupción, podredumbre y miseria dependiente.

Hoy, nos duele, entristece y apesadumbra, este nuevo modelo de Argentina, vacía de contenido… Acaso, más que la propia muerte, duele, angustia, abruma, desalienta y anonada, esa tremenda y escalofriante sensación, de vacío, enorme, total y absoluto – vacío de Dios, de valores, de entusiasmos, de obras, de gente emprendedora y realizadora y, de ejemplos dignos y aleccionadores -; vacío, porque no hay nada que decir, hacer ni tampoco, esperar; vacío de un país hueco, sin presente, futuro, destino ni salida que, por este rumbo, no nos conduce a ninguna parte…, a ninguna, pero ninguna parte…

Quiera Dios que algún día – si los giles se avivan y despiertan -, podamos descubrir y retomemos, el luminoso y esperanzado camino de los valores, la educación y la enseñanza, la justicia, la verdad, ha honestidad y, la sagrada y fundamental cultura del trabajo… De lo contrario, dentro de cinco, diez, quince o veinte años, continuaremos hablando, hablando lo mismo, lo mismo que ahora, y se cumplirá el propósito esencial de los chantas, de siempre: Que no cambie nunca nada, y todo siga igual o peor que lo que está… Que no cambie nunca nada, y todo siga igual o peor que lo que está… Que no cambie nunca nada, y todo siga igual o peor que lo que está… 

La Argentina perdida, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director- organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo. Escuchame, chabón, lo que carburo, / de una forma mistonga y muy sentida, / por la posta    Argentina, ya perdida, / que ha quedado forfai – te lo aseguro -. / La Argentina pulenta del laburo, / el gran cuore y la lucha sostenida, / que yugaba sin pausa – flor de vida -, / con valores y un cacho de futuro… / La Argentina chipola – linda jeta -, / que estrolaron, haciéndola boleta, / tanto chanta, malandra y atorrante… / Y hoy, triste, sin un mango y en la vía, / sueña un tiempo de embale y alegría, / que no arrugue y le meta hacia adelante.