Nacimiento del fundador de Chivilcoy, Don Manuel Villarino.

El fundador Don Manuel Antonio del Carmen Villarino (1815-1868)

El fundador Don Manuel Antonio del Carmen Villarino (1815-1868)

El 17 de junio de 1815, nació en Buenos Aires, en el hogar de Don Francisco Villarino y Doña Teresa Fernández, el relevante e ilustre fundador de Chivilcoy, Don Manuel Antonio del Carmen Villarino – tales eran, sus nombres completos  -; un hombre que, a lo largo de una activa y fecunda trayectoria pública, siempre supo caracterizarse por su clara inteligencia y gran capacidad realizadora, sus múltiples iniciativas e inquietudes, su intenso y empeñoso afán hacedor y, su rectitud y honradez, verdaderamente ejemplares. Villarino, transcurrió los primeros años de su infancia y adolescencia, allá en Buenos Aires, junto a sus progenitores, y con posterioridad, se estableció en una estancia paterna, cercana a las costas de la bahía de Samborombón, dentro del distrito de Magdalena, y en el partido bonaerense de Azul. Joven romántico e inspirado, amaba los libros y la buena lectura, con el noble propósito de instruirse e ilustrarse, adquiriendo una apreciable cultura general; escribía sentidos versos; ejecutaba la guitarra, interpretando motivos folklóricos, y tenía, sin dudas, una firme y tenaz contracción hacia el trabajo, y una admirable constancia. Leer más…

Nacimiento del fundador de Chivilcoy, Don Manuel Villarino.

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El fundador Don Manuel Antonio del Carmen Villarino (1815-1868)

El fundador Don Manuel Antonio del Carmen Villarino (1815-1868)

El 17 de junio de 1815, nació en Buenos Aires, en el hogar de Don Francisco Villarino y Doña Teresa Fernández, el relevante e ilustre fundador de Chivilcoy, Don Manuel Antonio del Carmen Villarino – tales eran, sus nombres completos  -; un hombre que, a lo largo de una activa y fecunda trayectoria pública, siempre supo caracterizarse por su clara inteligencia y gran capacidad realizadora, sus múltiples iniciativas e inquietudes, su intenso y empeñoso afán hacedor y, su rectitud y honradez, verdaderamente ejemplares. Villarino, transcurrió los primeros años de su infancia y adolescencia, allá en Buenos Aires, junto a sus progenitores, y con posterioridad, se estableció en una estancia paterna, cercana a las costas de la bahía de Samborombón, dentro del distrito de Magdalena, y en el partido bonaerense de Azul. Joven romántico e inspirado, amaba los libros y la buena lectura, con el noble propósito de instruirse e ilustrarse, adquiriendo una apreciable cultura general; escribía sentidos versos; ejecutaba la guitarra, interpretando motivos folklóricos, y tenía, sin dudas, una firme y tenaz contracción hacia el trabajo, y una admirable constancia. Por 1839, hubo de participar en un movimiento revolucionario contra el régimen de Don Juan Manuel de Rosas, denominado “Libres del Sur”; el cual, estalló en los pueblos de Dolores y Chascomús, encabezado por Pedro Castelli, Manuel Rico y Ambrosio Crámer. Villarino, se desempeñó en calidad de ayudante de Crámer, y tras el fracaso de la tropas rebeldes, derrotadas el 7 de noviembre de 1839, por las fuerzas gubernativas, al mando de Don Prudencio Rosas, fue inmediatamente detenido, y trasladado a Buenos Aires. Luego, merced a la intercesión del Dr. Insiarte, ministro de Don Juan Manuel de Rosas, hubo de recuperar la libertad, y así, decidió exiliarse en la hermana República Oriental del Uruguay. En Montevideo, instaló una industria de jabonería, y contrajo después, matrimonio, con la señorita Mariana Sapido, hija del coronel Sapido, reconocido prócer de la emancipación uruguaya. Breve tiempo más tarde, falleció su esposa, y en 1844, regresó al país y a Buenos Aires, convocado por sus propios padres. De la unión con Mariana Sapido, nació su hijo Mariano. Posteriormente, cumplió tareas de encargado, de la estancia de Don Pedro Capdevilla, y a comienzos de la década de 1850, arribó a nuestra comarca chivilcoyana, para llevar a cabo unos trabajos de agrimensura. Aquí, hubo de vincularse con el estanciero Don Diego Whitte, quien le brindó una generosa ayuda, habilitándolo con un capital de 60.000 pesos, y Villarino, resolvió entonces, radicarse en las costas del río Salado, por el año 1852; construyendo una sólida y segura vivienda, que poseía un “cañón de bronce”, como defensa, y se hallaba rodeada de zanjas, a los efectos de protegerse de los eventuales malones indígenas. Dicha casa, la bautizó con el nombre de “La Azotea”. Don Manuel Villarino, hubo de ejercer funciones de Alcalde, del Cuartel II Y Juez de Paz, del partido, e integró la comisión de vecinos, que aquel histórico y memorable domingo 22 de octubre de 1854, conformó  el centro de población; redactando además, de puño y letra, la respectiva acta fundacional. Por otra parte, efectuó la simétrica y armoniosa traza de Chivilcoy, que fuera aprobada por el Superior Gobierno de la provincia de Buenos Aires, el 20 de julio de 1855. Villarino, presidió la Corporación Municipal, en 1861, y también estuvo presente, en distintos grupos vecinales e instituciones chivilcoyanas, destacándose en todo momento, por su espíritu de singular organización, su laboriosidad y extraordinaria pujanza y, su autorizada palabra, versación y auténtico predicamento; sumándose a todo ello, sus ponderables virtudes, cualidades y valores morales. En una oportunidad, se le ofreció una banca de senador, en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, pero Don Manuel Villarino, con sinceridad y honestidad admirables, hubo de rechazar dicha propuesta, manifestando que: “La aceptación de la senaduría, por honroso que sea el puesto, importa para mí un sacrificio de esfuerzos, de estudio y de dinero. De aceptarla, tengo que residir seis meses del año en ésa, y consagrarme a estudios pesados, a mi edad. Todo esto demanda un gran esfuerzo. No querría declinar el honor que se me hace, pero las otras consideraciones son de peso, y en definitiva, no acepto”. Villarino, falleció en Buenos Aires, a los 52 años de edad, el 25 de enero de 1868, víctima de una grave e implacable epidemia de cólera, que hubo de castigar y asolar el territorio porteño; se lo inhumó en el cementerio de La Recoleta, pero sus restos, infortunadamente, se perdieron. Había contraído un segundo matrimonio, con Alejandra Pérez, naciendo sus otras dos hijas: Antonia y Elena, a quienes el gobierno comunal, en 1925, les donó una vivienda, ubicada en la calle Maipú Nro. 80. En el mes de agosto de 1872, se creó el primer Mercado Municipal, bautizado con el ilustre nombre de Don Manuel Villarino, y en el mes de noviembre de 1895, una ordenanza del Honorable Concejo Deliberante local, denominó “Villarino”, a una de las cuatro principales avenidas de nuestra ciudad. Asimismo, la ya desaparecida Escuela primaria Nro. 4, creada en 1868, llevaba el memorable nombre de Don Manuel Villarino, toda una alta figura, una señera personalidad y un genuino baluarte, en las mejores páginas y crónicas, de nuestra historia chivilcoyana.