Recordando al pochoclero, Eduardo Oscar Orellano (1939 – 2014).

Recordando al pochoclero, Eduardo Oscar Orellano (1939 – 2014).

mayo 22, 2018 0 Por archivol
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El 27 de mayo de 2014, falleció en nuestra ciudad, el conocido vecino chivilcoyano, Eduardo Oscar Orellano, y con su partida, se apagó la pintoresca e inconfundible figura, del clásico y singular “pochoclero”, de la plaza principal 25 de Mayo; el cual, constituyó sin dudas, un peculiar personaje, toda una auténtica y verdadera tradición, y una característica postal, de este paseo público lugareño. Nacido en 1939, durante muchos años, de una fiel e ininterrumpida actividad, Eduardo Oscar Orellano, desarrolló su fiel labor, en los ámbitos geográficos, de la plaza mayor de Chivilcoy, y allí, se convirtió en una presencia, familiar, respetada y querida, por muchas familias locales, y esencialmente, por los niños, que transitaban y recorrían, este paseo ciudadano, con sus bicicletas, juegos y esparcimientos, durante tantas inolvidables tardes domingueras,  en un clima de fresca inocencia, regocijo y colorido, y llenos de ilusiones, y una espontánea y sana alegría. Pochoclo, es un termino lunfardo, que significa: «Maíz tostado».Una genuina y típica presencia , que era una porción misma, del paisaje urbano, y que sin dudas, habrá de perdurar, dentro del corazón infantil, y en el sentimiento profundo, de nuestra comunidad, como un hito callejero, una simpática expresión y, un pedazo, cálido y entrañable, de la historia popular de Chivilcoy.

Responso al pochoclero, Eduardo O. Orellano, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo  Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Se ha piantado, de pronto, el pochoclero, hacia un rioba de paz y fantasía, con un cacho de azúcar y alegría, y una facha de piola y de canchero. Se ha piantado, llevándose, primero, su tan dulce y fetén mercadería; y después, su chamuyo de gomía, y sus aires de tango arrabalero… Aunque el tiempo cachuzo, siempre pasa, quedarán en el cuore de la plaza, su carrito, su imagen sin distancia… Y en un cielo bacán, de firuletes, estará, junto a miles de purretes, como un capo debute de la infancia.