Reflexión lunfarda: El Jubilado, en esta Argentina del siempre lo mismo…

Reflexión lunfarda: El Jubilado, en esta Argentina del siempre lo mismo…

diciembre 3, 2020 0 Por archivol
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El patético y conmovedor drama del humilde y triste jubilado, víctima de los ínfimos e irrisorios haberes, la indefensión social, el desamparo y la miseria, en esta Argentina que nivela e iguala inevitablemente hacia abajo, esta Argentina  del círculo vicioso, el laberinto y la trampa del siempre lo mismo, donde pierde, se perjudica, se empobrece y se funde la persona buena, honrada y laboriosa que trabaja, aporta y abona sus pesarosos impuestos y cargas tributarias.

El modesto y obscuro jubilado, quien a lo largo de tantas y tantas décadas, de una manera anónima y silenciosa, casi inadvertida, supo trabajar infatigablemente, luchar, forjar, construir y hacer el país y nuestra auténtica y verdadera Patria de cada día…

El noble y probo jubilado, quien desde pequeño, en las horas de su infancia y adolescencia, se formó y modeló en la genuina y profunda Escuela del Trabajo, y durante muchos años de su empeñosa y esforzada vida, bregó de un modo incansable, en favor del hogar, la familia y sus mejores afectos y sentimientos humanos.

El honesto y tesonero jubilado, quien con espíritu pujante, honestidad, íntimos anhelos, claras ilusiones y hermosos sueños, supo cultivar la sagrada y sublime Cultura del Trabajo, y se entregó a la tarea cotidiana, entera y generosamente…

El pobre jubilado, que debe ser solidario con el país y la comunidad, por decisión de los que suelen hablar de la alta virtud de la solidaridad (vendedores de imágenes, fayutos, bolaseros y chantapufis), pero con el trabajo y el esfuerzo ajenos…

El glorioso jubilado, que por su toda su laboriosidad, sus obras y sus realizaciones, merece nuestro mayor reconocimiento, aplauso, veneración y homenaje, junto con nuestra palabra de amor, aliento, apoyo moral y consuelo…

No podemos aguardar resultados distintos haciendo siempre lo mismo; los pueblos que olvidan su pasado están condenados a repetirlo; para que triunfe el mal sólo se necesita que los buenos no hagan nada a fin de impedirlo; en el mundo, cosecharemos lo que hemos sembrado y, los Hombres al igual que los árboles, se conocen y aprecian por sus propios frutos.

Hoy, más que nunca, debemos predicar y sembrar con el testimonio de nuestra conducta y el buen ejemplo de Vida, y ante todo, remarcar, resaltar y revalorizar el digno y honroso ejemplo, modelo o paradigma del jubilado: Un ejemplo de Trabajo y de Honradez. Porque únicamente salvará a nuestro país actual, volver al luminoso y esperanzado camino de la Educación, la Honestidad, la sagrada Cultura del Trabajo, la producción y, la voluntad fraterna y el esfuerzo mancomunado de todos, todos los argentinos.

El jubilado, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Yo soy aquel mistongo jubilado, que la supe yugar toda la vida; me morfo la malaria más sufrida, y la voy puchereando, bien sonado… Yo soy el cusifai descangayado, que perdí por goleada la partida, y me banco la bronca sostenida, verso, grupo y fatal cartón pintado… Yo soy un pobre gil y un angelito, un chitrulo, un mamerto y un chorlito, después de tantas luchas y laburo… Me siento así un otario y zanagoria, y al manyar esta misma y vieja historia, yo no tengo presente ni futuro. Pues luego de cinchar – eterno aguante -, de manera pulenta, noche y día, como croto, cachuzo y atorrante, terminé sin un mango y en la vía. Ojalá, que en  tiempo muy debute, sin más chorros ni chantas patentados, consigan linda guita ¡che, salute!, los humildes y tristes jubilados.