Evocamos hoy, la singular, y acaso, desconocida u olvidada figura, del auténtico y notable poeta gauchesco, José Alonso y Trelles, “El Viejo Pancho”, quien había nacido en Ribadeo (España), el 7 de mayo de 1857, y en plena adolescencia, hubo de radicarse, aquí, en el país, estableciéndose luego, en Chivilcoy, entre 1875 y 1877; desarrollando, en nuestro medio, diferentes actividades. Luego, abandonó la Argentina, y se radicó en la hermana República del Uruguay, donde estudió leyes y la carrera de Notariado, ejerciendo, posteriormente, la labor profesional de procurador judicial. Autor de particular sensibilidad creativa, y de una espontánea y fluida inspiración, hubo de cultivar el género, de la poesía criolla y nativista, publicando entonces, profundos y vigorosos versos camperos, muy celebrados en su época, los cuales, solía firmar, utilizando el seudónimo literario de “El Viejo Pancho”. Entregó a la estampa, varios volúmenes, destacándose el popularizado libro “Paja brava”, editado en 1916, en el cual aparecen, los bellos poemas: “La güeya”, “¡Hopa, hopa!”, “Tiento sobao” y “Cosas de viejo”. Asimismo, le pertenecen, en el terreno escénico, las piezas teatrales: “Caída y Redención” y “Un drama en palacio”. Algunos de sus más conocidos y apreciables temas, fueron registrados, en la placa discográfica, por el inmortal e inolvidable Zorzal Criollo y Morocho del Abasto, Carlos Gardel, que interpretaba, en un comienzo de su carrera artística, típicas y conmovedoras canciones, de esencia tradicionalista y campera. El poeta José Alonso y Trelles, “El Viejo Pancho”, falleció, en Uruguay, el 28 de julio de 1924, a los 67 años de edad. Hoy, hemos querido recordarlo, uniendo a su trayectoria, de gran vate gauchesco, la curiosa circunstancia, de su residencia, en nuestra ciudad de Chivilcoy, durante la lejana década de 1870.
Yo soy el alma gaucha, soneto de Carlos Armando Costanzo.
Yo soy, el alma gaucha y aparcera, amiga del fogón y la payada, el arreo y el pial, la caballada, los montes y la yerra mañanera. El alma que galopa campo afuera, recuerda los fortines y la indiada; está junto a la noble paisanada, y se nutre de zamba y chacarera. Soy el alma del rancho y la querencia, el facón, la guitarra y su cadencia, el malambo, el bagual, los cañadones… Pampa, ceibo, alazán, mate y tranquera, yo soy, el alma gaucha y aparcera, de las criollas y viejas tradiciones.
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