Ser felices… La fórmula de la felicidad en lunfardo… La oración de la Serenidad…
La verdadera felicidad, consiste en gozar de lo poco o mucho que poseemos, y no alentar ni abrigar expectativas de cambio, que después, rápidamente se desvanecen, y nos dejan una triste y amarga sensación espiritual y emocional, de frustración y fracaso… Porque se anuncian grandes y espectaculares cambios, y al final, todo termina siendo, siempre lo mismo y más de lo mismo…
De un modo u otro, de acuerdo con las circunstancias y situaciones individuales de cada uno, todos aspiramos y anhelamos la felicidad…
La inefable y deliciosa felicidad, que dulce y tiernamente nos proporciona, un remanso de paz y sosiego, plena alegría, eufórica vitalidad, dinamismo, energía y, una inmensa e indescriptible sensación de bienestar interior…
La mágica y cautivante felicidad, que nos transporta a un mágico lugar de encanto, maravillas, fantasías y sueños, donde nunca llegan las miserias y las maldades humanas y terrenales…
La milagrosa y extraordinaria felicidad, que nos hace sentir más jóvenes, activos y optimistas, con una firme y decidida voluntad, realizadora y constructiva…
¿Cuál es la auténtica fórmula de la felicidad? Disponer de un cálido y entrañable rincón en el mundo, aunque fuere humilde y pequeño, y contentarnos así, con aquello que poseemos, lejos de los chantas, los chorros y los vulgares embaucadores y vendedores de imagen y cortinas de humo, quienes suelen engrupirnos o engañarnos, día tras día, mediante frivolidades irrelevantes e intrascendentes pavadas; mientras van transcurriendo, de manera implacable, los años y el tiempo, pero no cambia, no cambia nunca nada…
¿Cuál es la verdadera fórmula de la felicidad? Regocijarse solamente, con lo que uno tiene, y no alimentar expectativas e ilusiones de cambio, que nunca llegan y, terminan desvaneciéndose rápidamente, dejándonos una triste y amarga sensación espiritual y emocional, de frustración y fracaso… Porque se anuncian, en forma grandilocuente, grandes y espectaculares cambios, pero al fin, todo sigue exactamente igual o peor de lo que está… El impresionante curro y el fabuloso negocio de algunos, consiste, precisamente, en que nunca cambie nada, y todo prosiga o continúe como está… La Argentina del siempre lo mismo y del más de lo mismo…
¿Cuál es la verdadera fórmula de la felicidad? Recordar constantemente, como un precepto, norma, regla o mandamiento de un catecismo laico, la frase o sentencia que no dice: “Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valor para cambiar aquellas que puedo y, sabiduría para reconocer la diferencia”.
Qué Dios, en su infinita misericordia, nos conceda la gracia de ser y sentirnos, personas de bien y felices, aunque sea muy poco, muy poco lo que tengamos… Ser y sentirnos felices, buenos, decentes y honrados, y no perder, a pesar de todo, la querida y bendita esperanza…
Ser feliz, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.
Con poco, che, melón, humildemente, / qué lindo es ser feliz – posta alegría -, / gozando el sol pintón de cada día, / y la paz más debute y transparente. / Ser feliz, con la jeta bien sonriente, / la parola fratela de un gomía; / el laburo tenaz – forte energía -, / la honradez de tener alta la frente… / Ser feliz, sin más chantas ni atorrantes, / sin el chorro y la angurria del afano, / sin que nadie te quiera ya engrupir… / Y al fin, después, en todos los instantes, / a Dios agradecer con cuore ufano, / estas ganas pulentas de vivir.