Los 65 años de la famosa novela “El Gatopardo”

Los 65 años de la famosa novela “El Gatopardo”

enero 20, 2024 Desactivado Por archivol

Perteneciente al escritor italiano, Giuseppe Tomasi de Lampeduza (1896 – 1957), se editó en 1958, llevándose a la pantalla cinematográfica, en 1963.

Acuñó la célebre frase: “Hay que cambiarlo todo, para que nada cambie”.

El reiterado fenómeno del “Gatopardismo”, en la Argentina: Grandes  anuncios de cambio, y al final, siempre paga y pierde el laburante y, todo termina siendo, más, más de lo mismo…  

Se han cumplido ya, 65 años, de la edición de la famosa novela “El Gatopardo”, perteneciente al escritor italiano, Giuseppe Tomasi de Lampeduza (nacido en 1896 y fallecido en 1957), la cual, salió a la luz pública, un año más tarde de la desaparición física de su autor, en 1958; llevándose, posteriormente, a la pantalla grande de la cinematografía, en 1963, con la película homónima, que bajo la dirección de Luchino Visconti, tuvo como protagonistas a Burk Lancaster, Alian Delón y Claudia Cardinale.

Dicha novela, de fino y primoroso estilo narrativo, que alcanzó una vasta difusión a nivel internacional, se halla ambientada en la época de la “unificación italiana”; desnudó y expuso los intensos conflictos de las clases nobles, aristocráticas y opulentas, para conservar el poder y, acuñó, fundamentalmente, la célebre frase: “Hay que cambiarlo todo, para que nada cambie”, la cual, hasta llegó a convertirse en una máxima rectora, una verdadera doctrina, un dogma y una estrategia pragmática del maquiavelismo político.

En nuestro país, hemos asistido, en innumerables oportunidades, a la materialización y exteriorización, en la práctica, del reiterado fenómeno del Gatopardismo; anunciándose de manera sonora y rimbombante, espectaculares y extraordinarias reformas y transformaciones, que luego se diluyeron y esfumaron con el correr del tiempo y el curso de los meses… Al final, no pasó nunca nada; no cambió absolutamente nada y, todo terminó simplemente siendo, más, más de lo mismo…

El Gatopardismo, propone cambiarlo todo, aunque en verdad, se trata de una superficial y mera apariencia, porque todo prosigue o continúa igual que siempre… Así, por ejemplo, frente a las crisis económicas, se anunciaron nuevos planes y programas financieros, para imprimirle al país una orientación distinta… Pero en el terreno de los hechos, los ajustes – sin justicia ni sentido equitativo -, recayeron brutalmente sobre las clases medias, los sectores del trabajo y, los anónimos y esforzados laburantes, y los artífices y culpables de aquellas crisis, desequilibrios fiscales y catastróficos descalabros, amparados y protegidos por pactos, acuerdos, arreglos, roscas y componendas de impunidad judicial, frente a la corrupción, quedaron libres de cualquier cargo o responsabilidad alguna… Siempre lo mismo y más de lo mismo, pues siempre ganan los mismos: los chorros y los chantas, y siempre pagan, pierden y se perjudican los mismos: las personas trabajadoras y, los humildes y esforzados laburantes… Puro y acabado testimonio del clásico Gatopardismo, el cual, infortunadamente, para la ciudadanía, le brindó a la dirigencia política argentina, óptimos y excelentes resultados… Por eso, muy difícilmente, la realidad cambie… El gran negocio radica en que todo siga siendo, más, más de lo mismo…

El país del más de lo mismo, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Dejemos de batir: más de lo mismo, / aquí todo está igual, no cambia nada: / el chamuyo, la bronca, la pavada, / el bajón y el fulero pesimismo. / Dejemos, che, huevón, el egoísmo, / las tramoyas, la fiaca, la avivada; / la sanata que engrupe a la gilada, / y la falta de amor y patriotismo… / Dejemos de meter siempre la mano, / y olvidemos el curro y el afano, / el verso y la ambición, que tanto avanza…. / Y volvamos, chabón, a los valores, / la moral, la justicia sin errores, / la honradez más debute y la esperanza. / Y que en un ispa flor, sin mishiadura, / de una forma pulenta y permanente, / haga roncha, ganando el que labura, / y al final, vaya en cana el delincuente.