Plegaria lunfarda de nuestra salvación…
El Padrenuestro, nos puntualiza en su última invocación, el fervoroso pedido y el más hondo anhelo interior de “librarnos del mal”, ese mal que muchas veces, nos abate, agobia, mortifica y atormenta…
Por eso, la humilde voz de esta plegaria lunfarda, que implora la imperiosa y urgente necesidad de salvarnos…
Salvarnos de los odios y crueles rencores, los recelos, las intrigas, las traiciones y felonías, las mezquindades y los obscuros egoísmos…
Salvarnos de las falacias, los embustes, los engaños, las mentiras, los fracasos y las traumáticas y dolorosas frustraciones…
Salvarnos de la saña delictiva, los fraudes, las estafas, las maniobras y operaciones dolosas, las malditas ambiciones y, la voracidad lucrativa y pecuniaria…
Salvarnos de las personas tóxicas, negativas y deleznables, las malas ondas, las almas perversas y los corazones malignos y despiadados…
Salvarnos de la depresión, el desaliento, el hastío, la pesadumbre y, la existencia carente de sentido alguno y vacía de todo contenido…
Salvarnos de quienes nos roban y matan los principios y valores morales, la justicia, la verdad, los proyectos y los sueños, la fe, el entusiasmo, las motivaciones y, esas ganas de vivir, de trabajar, de luchar, de estudiar, de avanzar y progresar en la vida…
Salvarnos de los chantas, los chorros y los vulgares vendedores de imagen y cortinas de humo, quienes, como embaucadores profesionales, nos engrupen, distraen, entretienen, confunden, anestesian y adormecen, con frivolidades, pavadas y falsedades; mientras transcurren los años y el tiempo; ellos, ganan, amplia y totalmente – gozando de prebendas, privilegios, ventajas y cuantiosos beneficios y, colosales enriquecimientos dinerarios -, pero pierden, sufren, se empobrecen y, hasta se funden y terminan e la lona y la quiebra, los decentes, honestos y esforzados laburantes, que trabajan, luchan, se sacrifican y, construyen, en silencio, la patria nuestra de toda nueva jornada…
Y después…, y después, en lo más profundo de nosotros mismos, encontrar un dulce, delicioso y balsámico momento espiritual de paz, alegría y esperanza…
Yo te pido, che, Dios, humildemente, / con mi simple chamuyo cotidiano, / nos salvés de los curros y el afano, / el chantún y el camelo persistente… / Nos salvés, de movida, heroicamente, / de los garcas – pesada y triste mano -; / del que sabe engrupir, de cayetano, / de los chorros y tanto delincuente… / Nos salvés de la mufa, el egoísmo, / el fulero rencor, que mucho avanza, / el bajón, sin aliento ni alegría… / Y nos des, che, mi Dios, el optimismo, / la fe posta, una pila de esperanza / y tu amor…, y tu amor de cada día.
Procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo.