El 30 de diciembre de 1957, durante la administración, del comisionado municipal, Dr. Eliel Carlos Ballester, se procedió a la creación, mediante decreto, del Archivo Histórico Municipal; un organismo cultural, que almacena y atesora, un heterogéneo y rico patrimonio documental, directa y estrechamente ligado al pasado chivilcoyano, y el ayer de nuestra ciudad. El citado repositorio, comenzó a funcionar, en el inmueble de la calle Bolívar Nº 319, junto al Museo Histórico Municipal “Francisco Anselmo Castagnino”, y el Museo Municipal de Artes Plásticas “Pompeo Boggio”; designándose, como directora-organizadora, a la profesora de Historia, Ernestina Iavícoli, quien contó, con la eficaz y valiosa colaboración, de la profesora de Letras, Ana Mercedes Rodríguez. En 1983, el Archivo Histórico Municipal, juntamente con el Museo Histórico Municipal, se trasladó al edificio de la calle 9 de Julio Nº 177; actual Complejo Histórico Municipal “Adelina Dematti de Alaye”, inaugurado el 5 de noviembre de 1983, gracias a la iniciativa y la infatigable labor, de Francisco Alberto Castagnino, ex director del Museo Histórico. El 19 de octubre de 2002, se le impuso al Archivo Histórico Municipal, el nombre del caracterizado y prestigioso investigador, periodista, poeta, archivista y hombre público local, Don Sebastián Fabián Barrancos, quien había nacido en la vecina ciudad de Mercedes, el 20 de enero de 1857, y falleció en Chivilcoy, el 5 de agosto de 1933. Autor de interesantes e ilustrativas crónicas, sobre la historia chivilcoyana, Don Sebastián Barrancos, publicó varios almanaques y revistas, como “La Argentina”, aparecida el 15 de julio de 1892; integró diferentes Comisiones Vecinales, que fundaron el Club Social, el Hospital Municipal, la Biblioteca Popular “Dr. Antonio Novaro”, y el Colegio Nacional “José Hernández”, y fue asimismo, edil, en el recinto del Honorable Concejo Deliberante. Siempre respetado y reconocido, por todos los chivilcoyanos, se distinguió, en cada uno de los momentos y circunstancias de la vida, merced a su rectitud de conducta, su entereza moral, su hondo predicamento y, su ejemplar honradez personal, de una verdadera figura patriarcal, del ayer y la historia, de nuestra ciudad.
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