Los 135 años, del natalicio del predicador cristiano Pascualito
Vio la luz en Italia, el 6 de julio de 1889 y arribó a Chivilcoy, hacia comienzos del siglo XX.
Representante, aquí, en nuestra ciudad, de la misión religiosa de la legendaria Madre María, falleció el 27 de enero de 1960, a los 70 años de edad.
Sus restos descansan en el Cementerio Municipal, en una bóveda familiar, junto a la cual se levanta un monumento en su memoria; obra artística del gran escultor local, Antonio Bardi.
El 6 de julio de 1889 – hace ya, 135 años transcurridos -, se registró el natalicio del auténtico y piadoso predicador cristiano, Pascual Aulisio – el popularizado Pascualito -, representante, aquí, en nuestra ciudad, de la misión religiosa de la Madre María – María Salomé Loredo y Otaola – (1854 – 1928), quien, a lo largo de varias décadas, de una fiel y sostenida trayectoria pública, supo desenvolver una ardua e incansable labor de guía y asistencia espiritual, siempre al servicio de la comunidad y el vecindario; caracterizándose por su genuina nobleza, su humildad, su espíritu caritativo, de bondad y ternura, su integridad moral, sus valores y rectitud de conducta, su claro ascendiente o predicamento, y su palabra de bien, amor, misericordia, consuelo, aleccionadoras enseñanzas y, sabios y provechosos consejos.
De origen italiano, hubo de arribar a Chivilcoy, hacia comienzos del siglo XX – alrededor del año 1907 -; se desempeñó, en primer lugar, en una finca rural, ubicada en la localidad de Ayarza, y con posterioridad, se trasladó a nuestra ciudad, donde desarrolló una firme y empeñosa actividad, ligada al rubro de panadería. A raíz de una persistente y crónica afección de salud, visitó a la Madre María, en 1909, concurriendo a la antigua casona porteña de la calle Rioja, donde ésta residía. Al cabo de cierto tiempo, por intermedio de la dulce y maternal Madre María, logró curar su pertinaz dolencia, y fue la propia Madre María que, el 16 de agosto de 1919, lo designó uno de sus discípulos y apóstoles. Unos meses más tarde, el 19 de mayo de 1920, Don Pascual Aulisio – Pascualito -, hubo de iniciar su tarea pastoral, de predicación cristiana y profundo sentido evangélico, en su domicilio, sito en la intersección de las calles Dorrego y Río Juramento; el cual, se convirtió en una casa de oración y, un genuino y verdadero santuario. Una casa, amplia y fraterna, abierta a las necesidades y angustias de la gente, a la que asistía, de manera constante y permanente, un alto número de personas, oriundas de Chivilcoy, localidades vecinas y, distintos puntos geográficos de la provincia de Buenos Aires y del país.
Don Pascual Aulisio – Pascualito -, falleció, súbita e imprevistamente, a la edad de 70 años, el 27 de enero de 1960, y justo al año siguiente, el 27 de enero de 1961, en el Cementerio Municipal, junto a la bóveda familiar donde descansan sus restos, se inauguró una magnífica y apreciable estatua, para honrar su entrañable memoria; una obra artística del destacado escultor, docente y hombre público local, profesor Antonio Bardi. Además, se descubrió una placa evocativa que señala y subraya: “Paladín de la Verdad y Poeta del Divino Verbo de Jesús”.
Su hijo, Ángel José Aulisio – Angelito -, prosiguió la misión y el camino místico y religioso del padre. Nacido en 1921, murió en forma trágica, el 11 de noviembre de 1975, a los 54 años de edad.
Procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano.
Germán Carlos Nicolini, máster en P. C. e Informática, secretario del Archivo Literario Municipal.