El inicio del ciclo lectivo, del presente año 2016, nos ofrece ahora, la ocasión evocativa más propicia, a fin de recordar las respectivas figuras, de dos caracterizadas maestras, de la historia pedagógica chivilcoyana, quienes, de un modo abnegado y empeñoso, bregaron por la instrucción pública y la educación de la infancia: Eustaquia Sánchez de Aramburu y Luisa Henry. La primera, Eustaquia Sánchez, a principios de la década de 1850, había instalado una modesta escuela particular o privada, en un humilde rancho de su propiedad, en medio de la verde y agreste llanura de nuestra comarca, e impartía sus generosas lecciones, a los esforzados pobladores de la zona. En 1866, aquella escuela, ingresó a la órbita del municipio, a cargo por entonces, del sistema y el régimen educacionales, bajo el Nro. 4; continuando su labor docente, como directora, Doña Eustaquia Sánchez de Aramburu. A una calle del barrio ADAS, creado en 1988, se la bautizó, de un modo justiciero y bien merecido, con el nombre de Eustaquia Sánchez. De origen francés, Luisa Henry, arribó a nuestra ciudad, el 3 de abril de 1872. En Chivilcoy, con auténtica vocación, capacidad, gran compromiso y extraordinaria dedicación a sus tareas educativas, desplegó una vasta y gigantesca labor, en el campo de la enseñanza, Tuvo a su cargo, la dirección de distintos establecimientos, como la Escuela Nro. 2, fundada en 1866, y supo formar a varias generaciones de maestras, que vieron en ella, a un singular baluarte y un glorioso símbolo tutelar de la educación pública chivilcoyana. La Escuela primaria Nro. 50, ya desaparecida, llevaba su ilustre e imborrable nombre.