Che, Jesús, que te juno en el Calvario, aguantando las biabas, todavía, con tu imagen cachuza, tu agonía, y tu lungo amasijo milenario. Che, Jesús, que te juno, solitario, ya forfai, casi frito y en la vía, sin la dulce parola de un gomía, que te tienda una mano, solidario. Che, Jesús, que te ficho, en el madero, con espinas y látigo fulero, bancándote el dolor –facha serena…- Y hoy pienso, que al final – el mismo tango-, te traicionan y venden, por un mango, y otra vez, la injusticia, te condena. Yo te imploro el perdón, frate querido, frente a Vos, de rodillas, che, Jesús, y que nunca me aleje- te lo pido-, del camino pulenta de la cruz.