No pasó nada, frente a la inseguridad y el delito…
Con bastante frecuencia, solemos escuchar en los ámbitos callejeros, frases como: “No pasó nada, después de cometerse el delito”, “La puerta giratoria: entraron por una puerta y salieron por otra”, “La impunidad total y absoluta”; frases propias de una típica, tan reiterada y ya incorregible Argentina, del círculo vicioso del siempre lo mismo y del más de lo mismo, donde no cambia nada, nunca pasa nada, todo queda judicialmente en la nada, siempre se habla mucho de lo mismo, todo resulta igual, todo da lo mismo y, todo termina inexorablemente siendo, siempre lo mismo y más, más, más de lo mismo… Y acaso, por tiempo indefinido y, por los siglos de los siglos…
No pasó nada, porque los chantas y chorros de siempre, carecen del más mínimo propósito y de la menor intención de que pase nada… Allí residen la clave y el secreto de los chantas y chorros de siempre, para mantener y conservar sus prebendas, privilegios, acomodos, beneficios, impunidades, curros y negocios y, continuar así, enriqueciéndose: qué no pase nunca nada, que no cambie nada, y que todo prosiga igual o peor de lo que está, mientras la sociedad, en una actitud de mansa, paciente y silenciosa resignación conformista, acepte, tolere, naturalice, considere normal y sea funcional a la situación y las circunstancias.
No pasó nada, mientras transcurre el curso del tiempo y de los años; los chantas y chorros, nos embaucan o engrupen, distraen y entretienen con su pantallas y cortinas de humo; se repiten de un modo constante, los hechos de inseguridad y los episodios delictivos y, nosotros – porque nos falta suficiente y comprometida memoria -, olvidamos fácilmente lo ocurrido, los nombres de las víctimas y, el dolor y el desconsuelo de su familiares y seres queridos…
Si la sociedad no recupera la memoria y adquiere una profunda y verdadera conciencia de la realidad, seguiremos repitiendo: “No pasó nada, no pasó nada”, en forma indefinida… Todo depende de la sociedad. Si la sociedad acepta, tolera, se banca, naturaliza y ve como normal la realidad cotidiana, nunca habrá de cambiar nada… En la antigüedad, la esclavitud reinó e imperó en el mundo, durante miles de años, porque la sociedad, simplemente, la aceptó como un hecho natural, que no se hallaba reñido con los preceptos morales y las normas jurídicas.
Dejemos atrás, esta categórica y lapidaria frase: “No pasó nada”, y pensemos, seriamente, si pretendemos ser una Argentina distinta, en un futuro de valores y principios morales, educación, seguridad, cultura del trabajo, honestidad, impulso constructivo, sueños y, esperanza.
No pasó nada, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo. Ayer hicieron boleta, / a un mistongo laburante, / que la yugaba en silencio, / cinchando para delante… / Dos malandras de la yeca, / la punga y el batacazo, / con un violento bufoso / le metieron un balazo… / La cosa surgió a raíz / de un muy sorpresivo afano, / y ese tipo la ligó, / la ligó, de cayetano… / Uno de aquellos dos chorros, / – mucha falopa o borracho -, / de manera inexplicable, / lo mandó, de pronto, al tacho… / No hubo forte resistencia, / en esa oportunidad, / pero el ranún y maleta, / lo gatilló sin piedad… / Y así, terminó una vida, / una vida de laburo, / que puchereaba el presente, / soñando un mejor futuro. / Un tipo bueno y honrado, / que cada nueva matina, / salía a ganarse el mango, / en esta triste Argentina. / Y luchando, bien pulenta, / – fulera y trágica suerte -, / sin pensarlo, en un segundo, / vino a chaparlo la muerte… / Después la investigación / – la milonga remanyada -, / muchos fiscales y jueces, / y al final…, no pasó nada. / Y como él, tantos chorlitos, / pobres nabos e inocentes, / que sufren el amasijo / de tremendos delincuentes. / Quiera Dios, que alguna vez, / salga el sol – posta noticia -, / y haya un poco de esperanza / y un cachito de justicia.