Oración lunfarda por el país…
No podemos aguardar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo; los pueblos que olvidan su pasado, están condenados a repetirlo; para que triunfe el mal, sólo se necesita que los buenos no hagan nada, a fin de impedirlo y, los hombres como los árboles, se conocen por sus frutos…
Hoy, más que nunca, unidos y fraternales, elevemos al unísono, una oración por el país; una oración – a pesar de todo -, colmada de fe, buena onda, alegría, ilusiones, optimismo, sueños y esperanza…
Una oración por el país, del fatal y eterno círculo vicioso del siempre lo mismo y del más de lo mismo, donde ganan los chantas, los chorros y los vendedores de imagen y de cortinas de humo, pero pierden, se empobrecen y, hasta se funden, los anónimos y abnegados laburantes y, las personas buenas, decentes y honradas, que trabajan, luchan, se esfuerzan y, abonan sus impuestos y abrumadoras cargas tributarias…
Una oración por el país que, infortunadamente, nivela e iguala hacia abajo, con ignorancia, analfabetismo, marginación social, empobrecimiento vertiginoso, inseguridad, violencia delictiva y desoladora miseria dependiente; un país, vacío de contenido cultural y de sentido, sin presente, porvenir, destino ni salida, que no nos lleva ni conduce a ninguna parte…
Una oración por el país, donde no se habla de trabajo, empuje, pujanza, producción, desarrollo, crecimiento expectativas, perspectivas y, generación de empleo, mano de obra y riqueza; pero predominan y son prioridad las frivolidades, banalidades y trivialidades, la vulgaridad, la superficialidad, la chabacanería, la estupidez y, la total y absoluta pavada…
Una oración por el país, donde los chantas, los chorros y los vendedores de imagen y cortinas de humo, engrupen o embaucan, distraen, entretienen, confunden y envuelven a la gilada, mientras van transcurriendo los días, las semanas, los meses, los años, las décadas y la propia vida; no cambia nunca nada y, todo prosigue igual o peor de lo que está… Porque allí, precisamente residen, el principal propósito y la intención fundamental de los chantas, los chorros y los vendedores de imagen y cortinas de humo, para mantener y conservar sus prebendas, privilegios, acomodos, negocios, curros, impunidades y colosales beneficios, económicos y dinerarios: Qué no cambie nunca nada – no existe la menor voluntad, de transformación o cambio – y que así, de ese modo, a través del curso del tiempo, todo continúe igual o peor de lo que está…
Una oración por el país, cuya sociedad en su conjunto, muchas veces sumida en la apatía, la indiferencia y, una mansa, paciente y silenciosa resignación conformista, sin comprometerse ni involucrarse jamás en nada, acepta, se banca, tolera, naturaliza y, es totalmente funcional a los chantas, los chorros y los vendedores de imagen y cortinas de humo… Si la sociedad acepta todo, nunca habrá de cambiar nada; seguiremos inmersos en esta Argentina del siempre lo mismo y del más de lo mismo y, acaso, dentro de cinco, diez, quince o veinte años, con idénticas o mucho más graves problemáticas estructurales, estaremos hablando lo mismo, lo mismo que ahora…
Una oración por el país, para reencontrarnos, feliz y definitivamente – una oportunidad histórica, única e irrepetible – con la senda promisoria y luminosa, de los principios y los valores morales, la justicia, la verdad, la honestidad, la educación y la enseñanza, el respeto, el progreso, el bienestar colectivo, la alegría, el optimismo, la escuela y la cultura del trabajo y, la mejor y más hermosa esperanza… Esa esperanza que, sumergidos en el mar del desencanto, la frustración, la desazón, la congoja, la depresión, la desmotivación y el desaliento, hemos perdido y olvidado los tristes argentinos…
Oración lunfarda por el país, del procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia de Folklore de la provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo. Che, Señor, que vichás desde la altura, / yo te quiero batir, humildemente, /por el pobre país, que francamente, / anda flojo de chapa y de pintura. / El país de la triste mishiadura, / el afano y el tongo maloliente, / donde el chorro y fulero delincuente, / hace bolsa y revienta al que labura… / Qué dejemos de ser, siempre lo mismo, / con la bronca y el lungo pesimismo, / tanto verso y la falta de confianza… / Y volviendo a la yeca del trabajo, / encontremos – yugando bien de abajo -, / un futuro pulenta de esperanza.