La lucha, tenaz y sostenida del hombre común, que brega, jornada tras jornada, por su fundamental y tan necesaria supervivencia diaria, constituye también, un motivo de atención e interés, y un tema, digno de examen, análisis y reflexión, por parte de la voz del lunfardo. Ese hombre común, en medio de una sociedad contemporánea, mezquina y materialista, dominada por el orgullo, la ambición, el egoísmo, la injusticia, la deshonestidad y la corruptela. Ese hombre común, que mantiene a duras penas, su modesto hogar y su humilde familia, y se encuentra, francamente, asediado, acobardado, desalentado, abrumado, agobiado, aplastado y anonadado, por los incesantes incrementos de artículos, productos, precios y tarifas de servicios; las cargas impositivas, fiscales y tributarias; los ajustes y recortes económicos; las devaluaciones monetarias, y las crisis, debacles o catástrofes financieras. Ese hombre común, noble, honesto y laborioso, que se consagra enteramente al trabajo, sabe de esfuerzos, privaciones, penurias y múltiples sacrificios, y suele sentirse un perdedor y un fracasado, frente a los presuntos ganadores de la sociedad, que nada construyen ni aportan; que viven del ocio y la holgazanería, el acomodo lucrativo y la inoperancia; que infringen las leyes y las normas legales, que evaden sus deberes y obligaciones; que cometen hechos delictuosos y, acrecientan y expanden, de un modo astronómico, sus bienes y acervos patrimoniales. Ese hombre común, muchas veces, defraudado engañado, por aquellos que, prometen halagüeños cambios, y tentadoras y apetecibles transformaciones, y más allá de los discursos y anuncios televisivos, las opiniones periodísticas, la verborrea , las meras y vanas afirmaciones y palabras, la falacia y el embuste, las falsas expectativas, la mala fe y el manifiesto cinismo; la realidad, no ofrece, al final del camino, resultados, logros y rendimientos, concretos, tangibles y valederos. “Res non verba”: Realidades, no palabras… Debemos predicar y sembrar, con el buen ejemplo, y recuperar la edificante cultura del trabajo, el esfuerzo y el estudio; los principios éticos y, los valores morales, humanos, patrióticos y espirituales. Una sociedad con impunidad y corrupción, sin justicia, sin un sistema de premios y castigos, sin la cultura del trabajo y del estudio, sin proyectos de vida, sin educación – nivelando sólo hacia abajo -, y sin principios ni valores; una sociedad, donde pierde el hombre honrado que trabaja, y gana el individuo deshonesto que delinque, no tiene futuro, ni tampoco, ningún destino… Nuestros antepasados, lucharon por estar mejor, en un continuo y saludable ascenso de orden social. Hoy, por el contrario, hay una marcada igualación hacia abajo… Las personas, como los árboles, se conocen por sus frutos.
Estar en la lucha, soneto lunfardo, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director del Archivo Literario Municipal y del Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo.
La seguimos yugando, cada día, y estamos en la lucha y el aguante, cinchándola a pulmón – minga de espiante -, con pulenta honradez, casi en la vía… La seguimos yugando, che, gomía, de una forma mistonga y agobiante, a pesar del malandra y atorrante, el afano y la triste fulería. La seguimos yugando, duramente, a pesar del chantún y el delincuente, el despiole, la bronca, el pesimismo… Y aunque el chorro, no vaya nunca en cana, carburemos la Patria del mañana, con un kilo de sueños y optimismo. Quiera Dios – te la bato, che, salute -, que en algún yorno posta y bien debute, sin más grupo, matufia y mishiadura, triunfe el tipo decente, que labura.