Dentro de los frondosos y ricos anales de nuestra historia chivilcoyana, debemos reivindicar y resaltar la noble y excepcional figura de una gran benefactora, de nuestra ciudad: Sor Clarisa Villaamil; una mujer de profundo espíritu cristiano y religioso, enorme vocación de servicio y, una amplia y admirable generosidad, quien a través de varias décadas de labor, llevó a cabo una magnífica obra filantrópica, que evidenció y reflejó, del modo más elocuente, su sincero altruismo, su sentir dulce y solidario, su actitud caritativa y su inmensa piedad. En 1897, Sor Clarisa Vilaamil, fundó el Asilo San Pascual, un hogar que, de un modo espontáneo y fraternal, brindaba amparo y cálida protección, a un buen número de niños y ancianos, carentes de recursos económicos y totalmente desamparados y desvalidos. Asimismo, en el Hospital Municipal de Chivilcoy, promovió la creación de una escuela elemental, de primeras letras; ejerciendo la enseñanza y, tendiéndole, por otra parte, una mano franca y amiga, a muchos enfermos de dicho centro de salud, con la adquisición de distintos medicamentos. Tiempo después, se efectuó el traslado del Asilo San Pascual, que se radicó en la cercanía del Barrio Obrero (Sector Sur, de nuestra ciudad), en una finca, ocupada, posteriormente, por un establecimiento fabril y una barraca de la familia Matto. Dicho Asilo, cuyo salón se denominaba: “Poeta Carlos Guido y Spano”, se inauguró una feliz y candorosa jornada navideña, del 25 de diciembre de 1910. Años más tarde, Clarisa Villaamil, hubo de abandonar nuestra ciudad, y radicada en Buenos Aires, falleció a los 87 años de edad, el 18 de julio de 1930. Había nacido en 1843. La Escuela primaria Nro. 56, fundada en 1924, y la calle Nro. 90, de Chivilcoy, llevan su ilustre e imperecedero nombre; el que de una verdadera benefactora social, de la comunidad, que fue un aleccionador y hermoso ejemplo de amor hacia el prójimo, bondad y grandeza humana y moral.