«Nota reflexiva» Una popularizada expresión lunfarda: “Nadie va en cana”

febrero 22, 2016 0 Por archivol
Compartir

presidario detrás de la rejaLa generalizada expresión popular, típica del idioma lunfardesco: “Nadie va en cana”, solemos escucharla en la calle, con bastante frecuencia, en boca del ciudadano común y anónimo, que jornada tras jornada, con férrea tenacidad hacedora, voluntad, empeño y, múltiples y renovados esfuerzos, contribuye, de una manera paciente y silenciosa, a construir y levantar, ladrillo por ladrillo, el país oculto y la patria nuestra de cada día. “Nadie va en cana”, una frase usual o repetida del repertorio coloquial o cotidiano, que se emplea o utiliza para calificar y representar la manifiesta y aterradora impunidad, frente a innumerables procederes y episodios delictivos, carentes de proceso y de condena. Mientras tanto, ese ciudadano común y anónimo, trabaja, lucha y se sacrifica, de un modo laborioso y honrado, observando que, aquellos elementos inescrupulosos y deshonestos; los cuales, infringen las normas y leyes, “viven de arriba”, y no tienen principios éticos ni valores morales, trayectoria, antecedentes válidos y verdaderos méritos, siempre disfrutan y gozan de beneficios, prebendas, favores y privilegios, y están amparados y protegidos por un manto de impunidad, ante cualquier sanción, penalidad o castigo.Ese ciudadano común, noble, trabajador y probo, que se considera un “triste perdedor y víctima del sistema”, en medio del desalentador y agobiante escenario de una sociedad contemporánea, que en muchas ocasiones y oportunidades, premia, recompensa y favorece a los truhanes, bribones y malandrines, y termina hostigando, atormentando, mortificando y perjudicando a las personas buenas y honradas, que perseveran  y bregan, en aras del progreso y el engrandecimiento del país. Ese ciudadano común, que a diario, padece y sufre, en silencio, las graves consecuencias y efectos de los recortes y ajustes económicos, los exorbitantes incrementos de precios, las cargas tributarias y fiscales, la depreciación monetaria, los desequilibrios financieros, las drásticas devaluaciones, las tan largas penurias familiares y la penosa miseria, mientras los individuos causantes de las crisis, catástrofes y debacles, jamás asumen responsabilidad alguna. Ese ciudadano común, que en algunas ocasiones, siente en lo más profundo de su corazón, las frustraciones, la decepción y la pérdida de confianza, esperanzas y expectativas, y por encima de las fluctuaciones y contingencias electorales y los presuntos cambios prometidos, de pobreza e inflación cero, piensa en el fenómeno del reiterado “gatopardismo”, las meras y vanas palabras, los pactos espurios, los falsos anuncios y las “cortinas de humo”; la corrupción, el peculado y el enriquecimiento ilícito, de unos pocos y,  el eterno “más de lo mismo”, junto al “todo da igual” y “no ocurre nada…”; pues en definitiva, como bien lo señalaba el gran científico Albert Einstein, “ haciendo idénticas cosas, no podemos aguardar resultados diferentes”. Por otra parte, “los hombres, como los árboles, se conocen por sus frutos”, y “para que triunfe el mal, sólo se necesita que los buenos no hagan nada, a fin de impedirlo.

Nadie va en cana (Poema Lunfardo)