El 6 de noviembre de 1943, a la prematura edad de 51 años, falleció en nuestra ciudad, el caracterizado y prestigioso dirigente político, abogado y hombre público, Dr. Alejandro Osvaldo Suárez, una singular y notable personalidad, del quehacer cívico de su tiempo; el cual, a lo largo de su destacada trayectoria, aquí, en Chivilcoy, y a nivel provincial, supo distinguirse, por sus auténticas y profundas convicciones democráticas, sus altos ideales y principios éticos, su conducta proba y transparente, su clara rectitud y, su incuestionable y ejemplar honradez. Había visto la luz, en nuestro medio, el 30 de octubre de 1892, en el hogar de Don Alejandro Suárez y Doña Martina Loya, ; cursó sus estudios elementales o primarios, en Chivilcoy; los secundarios, en el Colegio Nacional, de la vecina ciudad de Mercedes, y los universitarios, en las aulas de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, de La Plata, obteniendo su título de abogado, en el año 1916. Desde la etapa de su adolescencia y juventud, abrazó el ideario del radicalismo, y a través de su existencia, mantuvo la bandera de sus fieles e inquebrantables valores, republicanos y democráticos. En nuestra ciudad, se volcándose con verdadera pasión y entereza, a la actividad política, ocupó los cargos de edil, en el Honorable Concejo Deliberante; presidente de dicho cuerpo legislativo; consejero y presidente del Consejo Escolar del distrito, e intendente municipal, entre los años 1920 y 1922, sucediendo en dichas funciones, de jefe de la comuna, al Dr. Luis Tiscornia. Tiempo más tarde, bajo el gobierno provincial del ingeniero Luis Monteverde, se lo designó comisionado municipal de la ciudad de Morón, y con posterioridad, en esa década de 1920, tuvo acceso, a una banca de senador, en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, y ejerció la vicepresidencia primera, del Senado bonaerense; siendo de su elaboración y autoría, significativos proyectos, sobre distintos temas y asuntos, de interés general. En la faz partidaria, ocupó diferentes cargos y funciones: presidió en varias oportunidades, el comité local, y en el seno del comité provincial del radicalismo, alcanzó la vicepresidencia, de la mencionada agrupación; evidenciando siempre, y en todo momento, su espíritu noble y generoso, sus virtudes morales, su legítimo predicamento o ascendiente, su vida tan austera y, su límpida y aleccionadora honestidad. Para los comicios, del domingo 25 de febrero de 1940, el Dr. Alejandro Osvaldo Suárez, en calidad de candidato a vicegobernador, integró junto al dirigente político mercedino, Dr. Obdulio Siri – candidado a gobernador -, la fórmula de la Unión Cívica Radical, que aspiraba a la conducción de la provincia de Buenos Aires; pero lamentablemente, las expectativas se frustraron, a raíz de las maniobras de fraude, que empañaron la transparencia de las elecciones. El Dr. Alejandro Osvaldo Suárez, gozó de una amplia y bien merecida popularidad, como asimismo, de la consideración, el respeto y el franco afecto, de la comunidad y de nuestro vecindario chivilcoyano. El comité local, del radicalismo – inmueble adquirido en el mes de julio de 1951, y ubicado en la calle Rivadavia -, ostenta su ilustre e imborrable nombre, y el destacado escritor, investigador y periodista lugareño, Gaspar José Astarita (1928 – 2003), en su libro “Retablo chivilcoyano”, editado en el mes de mayo de 1993, le dedicó, una pormenorizada y completa semblanza, titulada: “Alejandro O. Suárez. Algo más que un hombre bueno”, donde hubo de trazar, una minuciosa biografía, de este político y genuino caudillo radical, de las décadas de 1920 y 1930, digno de la rememoración y el más cálido recuerdo, en la historia y los anales del civismo chivilcoyano.
Al Dr. Alejandro Osvaldo Suárez, soneto de Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.
Hoy, resurgen del tiempo y el pasado, con un brillo profundo y persistente, su figura sencilla y transparente, sus valores, su espíritu abnegado. Hombre honesto y cabal, fiel abogado, senador provincial, gran intendente; fue un modelo de probo dirigente, que luchó por el bien, claro y soñado. Hoy, resurgen su fibra y su entereza, su conducta moral y su nobleza, – vida austera, labor infatigable -… Y despiertan, del fondo de la historia, el prestigio y la luz de su memoria, su honradez ejemplar e inquebrantable.
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