Imposición del nombre, del Dr. Leandro N. Alem, a la calle Nro. 58 (1919).

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El caracterizado y prestigioso jurisconsulto y dirigente político argentino, Dr. Leandro N. Alem (1842-1896), fundador y gran artífice organizador, de la Unión Cívica Radical, en 1891. Desde el 11 de septiembre de 1919, la calle Nº 58, de Chivilcoy, lleva su ilustre nombre.

El 11 de septiembre de 1919, durante la administración municipal, del Dr. Luis Tiscornia, el Honorable Concejo Deliberante local, que presidía el Dr. Alejandro Osvaldo Suárez, mediante la sanción de una ordenanza, procedió a bautizar a la calle Nro. 58, que con anterioridad, se llamaba “Piedras (Denominación impuesta el 15 de mayo de 1897), con el ilustre nombre, del caracterizado y prestigioso jurisconsulto y dirigente político argentino, Dr. Leandro N. Alem. Espíritu romántico e idealista, el Dr. Leandro N. Alem, nació en Buenos Aires, el 11 de marzo de 1842, y se graduó de Doctor en Jurisprudencia, en los claustros de la Universidad porteña, hacia 1869, con una brillante y notable tesis, sobre las “Obligaciones Naturales”. Fue diputado, en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires; senador nacional; gran fundador, organizador y apasionado líder, de la Unión Cívica Radical, nacida el 2 de julio de 1891, y ferviente y valeroso artífice y animador, de la histórica Revolución del 26 de julio de 1890, contra el gobierno del Dr. Miguel Juárez Celman. El Dr. Leandro N. Alem, decidió poner fin a su vida, el 1 de julio de 1896, a los 54 años de edad.

Al Dr. Leandro N. Alem, soneto de Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Político de ley, gran abogado, demócrata ferviente y ardoroso; talento, decisión, nervio impetuoso, carácter varonil y apasionado. Conducta fiel, vivió siempre inspirado por un ideal, romántico y fogoso, y con su impulso, noble y vigoroso, supo luchar, valiente y esforzado. Virtud moral, honor y pensamiento, jefe, tribuno, voz del Parlamento, civismo, voluntad, temple de roble… Quiso morir, y al fin de la existencia, ¡Sí, que se rompa – dijo su sentencia -, pero que siempre firme, no se doble!