En 1892, se le impuso a la plaza Abraham Lincoln – nombre asignado, el 6 de noviembre de 1866, por la Corporación Municipal, a través de una iniciativa de Don Manuel Villarino, en homenaje al ex presidente estadounidense, nacido en 1809 y asesinado en 1865 -, la denominación de Cristóbal Colón, con motivo de celebrarse, el cuarto centenario, del histórico y memorable descubrimiento de América.
El 12 de octubre, de ese mismo año, se llevó a cabo, en dicho paseo público, una brillante y muy concurrida ceremonia oficial, durante cuyo transcurso, se procedió a la inauguración, del imponente y majestuoso monumento de Colón; una obra escultórica, del artista plástico local, Don Victorio Bocetti, fallecido, breve tiempo después, en 1896. La iniciativa, hubo de corresponder a los vecinos, Don César Battaglini y Don José C. Fernández, y en la respectiva recaudación, de los fondos dinerarios, para la realización, de la magnífica y admirable obra, hubieron de participar, las colectividades, española, italiana y francesa. Al firme y recto pedestal, que sostiene a la sólida estatua, hubo de diseñarlo y erigirlo, el notable y prestigioso arquitecto italiano, Don Carlos Luchini, y en los cuatro lados, de dicha columna, puede observarse la inscripción: “Colón.
El Pueblo de Chivilcoy”, en los idiomas, castellano, italiano, francés y latín; respondiendo a una inteligente y ecuánime propuesta, del entonces titular de la parroquia San Pedro, presbítero Don Manuel Badano. El caracterizado y eminente jurisconsulto, magistrado, catedrático y hombre público chivilcoyano, Dr. Antonio Bermejo, fue el padrino, de tan significativa ceremonia, y al no poder concurrir al acto, por razones particulares, estuvo representado, por el inspirado y eximio poeta y diplomático, Leopoldo Díaz, oriundo, de nuestra ciudad. A este colosal monumento de Cristóbal Colón, levantando en 1892, en el centro de la plaza homónima, se lo considera, legítima y merecidamente, el segundo de América, en homenaje al inmortal Almirante, descubridor de un nuevo y promisorio continente, el 12 de octubre de 1492.
Monumento a Colón, tan majestuoso, que elevándose, en medio de la plaza, a todos, nos convoca y nos abraza, de un modo fraternal y fervoroso. Baluarte del ayer, claro y glorioso, que allí, de pie, mientras la gente pasa, nos relata su historia y nos enlaza, a otro cielo, lejano y luminoso… Artística expresión, gran monumento, testimonio de antiguo sentimiento, y símbolo de unión americana… Desde hace mucho tiempo, el Almirante, con su larga visión, mira adelante, soñando un Mundo Nuevo, del mañana.
Monumento a Colón, tan imponente, que allí estás, con tu gesto vigoroso, tu alma noble, tu aspecto majestuoso, tu heroísmo y tu espíritu valiente. Monumento a Colón, que ante la gente, hoy, te elevas, seguro y armonioso, con tu firme presencia, sin reposo, que perdura y que sueña, eternamente… Claro emblema y bastión, fiel monumento, pedestal, blanco mármol y cemento, solidez, fortaleza y gran pujanza… Y aunque el tiempo transcurra, cada día, allí estás, en la plaza – buen vigía -, descubriendo otro mundo de esperanza.