Reflexión lunfarda: La llegada de una nueva primavera…

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El feliz y jubiloso advenimiento de la estación primaveral, constituye también, un motivo de sincero y alborozado canto, para la expresión lunfardesca, que celebra, de una manera entusiasta y efusiva, el arribo, del hada buena y maravillosa, de los verdes prados, los cielos azules, los melodiosos pájaros y, las fragantes flores, de los huertos y jardines.

La llegada de la primavera, que deja atrás, esos días grises y desapacibles del invierno, con su pesada y dolorosa carga, de recuerdos, nostalgias, añoranzas y largas tristezas interiores. La llegada de la primavera, que nos colma de promisorias y auspiciosas expectativas, y abre nuestros corazones, a todo un asombroso y cautivante mundo de sueños, ilusiones y esperanzas.

La llegada de la primavera, que nos habla del amor, la apacible armonía, la gracia, el embeleso, y las cosas bellas y puras, del universo y de la vida. La llegada de la primavera, que nos muestra y expone, de una manera clara y elocuente, la singular y admirable transformación, de la naturaleza, el paisaje y la geografía. La llegada de la primavera, que nos hace olvidar, tan sólo por un momento, las problemáticas, las preocupaciones y los dramas, de nuestra existencia cotidiana; transportándonos, a otra dimensión, casi mágica, de profundo deslumbramiento, hechizo y fantasía. La llegada de la primavera, que nos relata, deliciosas historias, de príncipes y princesas, en medio de un bosque imaginario y misterioso… La llegada de la primavera, que nos aleja de la sombría y escalofriante imagen, de la desazón, la pesadumbre, la depresión, la congoja y las tristezas…, una imagen que, se asocia a las noches de frío, las calles heladas, la persistente llovizna, y los árboles, desnudos y secos… La llegada de la primavera, que ha obrado, ante nuestros ojos, su eterno milagro, de extraordinaria e indescriptible hermosura.

La nueva primavera, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director-organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

Cazá bien, che, melón, esta parola, que chamuyo, de un modo muy senciyo: Despertá, pelandrún, de tu apoliyo, y sentite un bacán, garifo y piola. Rajá entonces, al fin, de esa gayola, del invierno fulero y el torniyo, y con sueños, de un flor de colibriyo, llená todo tu cuore y tu sabiola… Campaneá el rioba posta y la matina, el encanto y la pinta de la mina, el verdor más pulenta y la pradera… Y después, plenamente, che, gomía, gozá el aire, el amor y la alegría, de una nueva y debute primavera.