Reflexión lunfarda: El prócer de Mayo.

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Caricaturas de los próceres argentinos, comandante de Patricios, Cornelio Saavedra y Dr. Mariano Moreno.

Caricaturas de los próceres argentinos, comandante de Patricios, Cornelio Saavedra y Dr. Mariano Moreno.

La reciente conmemoración, de la histórica y gloriosa Revolución del 25 de Mayo de 1810, con todo su intenso fervor criollo y sus profundos anhelos de libertad y emancipación, nos ofrece hoy, la oportunidad evocativa más adecuada y propicia, a fin de evocar la figura, del ilustre y preclaro prócer de Mayo. Ese prócer, abnegado y heroico, que de un modo firme y valeroso, contribuyó a forjar y construir la Patria, en los lejanos y promisorios albores, de nuestra auténtica argentinidad. Ese prócer, luchador y esforzado, que todo lo dio y ofrendó, en pos de la independencia de su tierra y del continente sudamericano. Ese prócer, íntegro y honesto,  que batalló y bregó, de una manera férrea y constante, sin recibir nunca, nada a cambio; siempre lejos de la corrupción, el enriquecimiento ilícito, las ambiciones personales, el fraude, el engaño, la mentira, las falsas promesas, la maniobra fraudulenta y el peculado… Ese prócer, que jamás pensó en beneficios y ventajas individuales, y supo entregarse, por entero, a la campaña y la lucha revolucionaria. Ese prócer, noble y honrado, que soñó un país más equitativo, más fraternal y más solidario; un país donde se combatieran la miseria y la indigencia, y se promovieran y fomentaran, la justicia y la igualdad sociales. Ese prócer, que vivió, de una forma modesta y austera, y murió, al final, en el mayor de los silencios y en el peor de los olvidos… Ese prócer, que carecía de lujoso departamento en Puerto Madero, automóvil importado, casa-quinta, campos, yate, avión, modernas y sofisticadas computadoras, televisores con multiplicidad de canales, y teléfonos celulares, de avanzada; pero que poseía, en su humilde interior, y en lo más hondo de su espíritu, un genuino y enaltecedor sentimiento de amor verdadero, hacia el entrañable terruño nativo. Ese prócer, que hablaba muy poco, pero con su coraje y su colosal acción, tanto hubo de realizar, en favor del nacimiento, el desarrollo y el progreso de la Patria. Ese prócer, que jamás tuvo, fortuna, ni denuncias,  imputaciones o procesos, por hechos o episodios delictivos. Ese prócer, sin malos antecedentes ni prontuario, que predicó y sembró, con su buen ejemplo, y nos brindó un cabal modelo o paradigma, de honradez, rectitud y transparencia ética. Ese prócer, que fue un hombre de bien, y un sin par exponente, de los valores morales y humanos, de la conciencia y la cultura del trabajo del esfuerzo y del estudio y, de los méritos, reales y positivos. Ese prócer, siempre tan lejos de la sociedad y del país, del “más de lo mismo”, donde no cambia nada, nunca pasa nada, todo queda en la nada, siempre se habla mucho, de lo mismo, todos son iguales, todo da lo mismo y, todo termina, inexorablemente siendo, “más de lo mismo”.

El prócer de Mayo, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director-organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña de Lunfardo.

Te pispeo, en los brolis de la historia, con tu facha de prócer, ya lejano, tu existencia mistonga y sin afano, tus chamuyos, tu lucha y tu victoria. Te pispeo y deschavo tu memoria, tu jotraba polenta, nunca en vano; tu fetén rectitud, tu limpia mano, y tu firme y banana trayectoria… Te pispeo, aquel yorno gris de Mayo, con paraguas, a pata o a cabayo, meta embale, de criolla fortaleza… Y sé bien, que bancándote el olvido, siempre sos y serás, prócer querido, un ejemplo diquero, de grandeza. Tu figura, campeón, hoy, se agiganta, de una forma chipola y rutilante, frente al chorro, el buscón y el atorrante, el mulero, el fiacún y el tipo chanta. Y en el medio de tanto despelote, hoy, renacen con fuerza y optimismo, tu profundo valor, que hizo capote, tu honradez y tu posta patriotismo.